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CHAPTER TEN una promesa
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—ENTONCES, ¿QUÉ HAY EN LA CAJA? —LE PREGUNTÉ AL MAESTRO SKYWALKER MIENTRAS CAMINÁBAMOS UNO AL LADO DEL otro hacia el área de atraque donde nos dijeron que nos encontráramos con la Senadora Amidala. Yo tenía mis dos bolsas empacadas, una en cada mano, y él tenía una bolsa sobre su hombro con una caja negra cerrada en sus manos. También era bonita y tenía diseños hechos de vidrio en el exterior.
Me miró de soslayo, —No te preocupes por eso—. Murmuró antes de mirar directamente hacia nuestro barco. Todavía teníamos una pequeña distancia por recorrer, pero ya podía distinguir la silueta de la que sospeché que era la Senadora, su ropa era más extravagante que el resto a su alrededor. Me pregunto si sabe que debe pasar desapercibida, porque el naranja brillante definitivamente no es el color adecuado para eso.
Decidiendo bromear con él, le di un codazo en el hombro, —¿Es para la Senadora?— Batí mis pestañas, ganándome otra mirada de reojo, esta llena de más irritación que la anterior, —Vi cómo reaccionaste cuando se mencionó su nombre, ¿alguien está enamorado?
Soltó una burla que se convirtió en una carcajada cuando giró la cabeza por completo para mirarme, —No, esto no es para ella y no, no estoy enamorado de ella. Simplemente no me emociona pasar el tiempo con ella ya que no nos llevamos muy bien, resulta que me odia.
Jadeé con falsa sorpresa, —¿Ella te odia? ¿A ti? ¿Cómo puede ser eso? Eres tan agradable—. dije en un tono condescendiente, ganándome un fuerte empujón contra mi hombro con el suyo y un murmullo 'cállate la boca'.
—Lo sé y no le des ninguna razón para hacerme pasar un mal rato, ¿de acuerdo?— Dijo en voz baja mientras nos acercábamos a la Senadora que estaba en medio de una conversación con su doncella, con una cálida sonrisa en su rostro.
—Sí, maestro—, respondí mientras me paraba erguida y profesional, demostrando que realmente estaba emocionada de estar en mi primera misión en meses.
Tan pronto como las palabras salieron de mis labios, ambas mujeres miraron en nuestra dirección y la Senadora me sonrió, —Hola, debes ser una de mis protectores.
