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CHAPTER SIX nunca te rindas
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MI MAESTRO, REX Y ALGUNOS OTROS CLONES PERTENECIENTES A LA 501 ME ACOMPAÑARON A LA sección de entrenamiento. Caminamos en un silencio incómodo ya que mi maestro todavía estaba enfadado conmigo por el truco de la silla en la cafetería. Y tuve la sensación de que iba a ser un poco más duro conmigo durante este ejercicio por eso.
Tan pronto como llegamos a un par de puertas dobles cerradas, se detuvo, lo que hizo que el resto de nosotros también nos detuviéramos. Con un movimiento de su mano, las puertas se abrieron y me indicó que lo siguiera adentro, lo cual hice mientras los clones esperaban afuera. Ni siquiera estoy segura de si estaban aquí porque él les pidió que estuvieran, o porque estaban siendo entrometidos y querían ver lo que podría ser un intento de asesinato, o asesinato, ya veremos.
Mientras caminaba adentro, miré a mi alrededor para tener una idea del diseño. Las paredes y los pisos eran de un color gris carbón, había múltiples barreras colocadas alrededor de la habitación que servían para cubrirse, y torres que estoy segura tenían algunos trucos ocultos dentro de ellas; también había docenas de blasters montados en las paredes delante de mí. Y solo sé que todos y cada uno de ellos estarán dirigidos directamente hacia mí en los próximos cinco minutos.
Esta sala de entrenamiento es donde los clones practican sus habilidades de combate, y también es el lugar donde tienen sus evaluaciones. Las evaluaciones son lo que necesitan pasar para ser colocados en un batallón.
Tragué saliva nerviosamente mientras miraba a mi maestro, —¿Esto es realmente para entrenar? ¿O solo estás tratando de deshacerte de mí?— Pregunté, con toda seriedad.
Negó con la cabeza y puso los ojos en blanco. —¿Crees que soy tan malo? Todas las armas estarán listas para aturdir—. Se agachó y desabrochó mi sable de luz de mi cinturón antes de que pudiera detenerlo. —Tampoco necesitas esto—. Lo agitó frente a mi cara con una sonrisa. Mis ojos se abrieron cuando fui por mi arma, solo para que él diera un paso atrás y la levantara por encima de su cabeza. La idea de golpearlo en el estómago para recuperarla me vino a la mente, pero me abstuve de usar la violencia. —Dije que no necesitarás esto—. Se lo sujetó al cinturón, justo al lado del suyo.
