Capítulo 11

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-Debes entender que la forma en la que estas calculando los datos están mal. -

- ¡Ay! ¡Ahora te crees profesor! Déjame tranquila. - le arrebato el lápiz de su mano y lo doy vuelta para borrar con la gomita que está al otro extremo.

Me mira frustrado por mi terquedad y se queda sentado observando como borro todo el ejercicio.

-Pero no te enojes Isabella, colmas tu paciencia y de paso la mia, hace treinta minutos que estas intentando hacer eso. -

- ¡No me juzgues Lucas! Dios te está mirando. -

-No metas al señor en esto, ahora termina de hacer eso porque debemos comer. -

- ¡No tengo hambre! ¡No quiero nadaaaa! - tiro el lápiz a la mierda y comienzo azotar el piso con mis pies.

-Isabella. - advierte Lucas.

Me paro y tiro la silla a la misma mierda donde lance el lápiz.

- ¡Tú me haces enojaaar! - le grito mientras sigo azotando el piso con mis zapatillas - no quiero hacer más tareas ¡quiero leer! -

-Deja de gritarme Isabella. -

- ¡No me digas que tengo que hacer! ¡NO ERES MI PADRE! -

Tomo un jarrón de vidrio y lo alzo para romperlo en el piso, pero todo pasa muy rápido y Lucas evitando que haga cualquier cosa, se acerca a mi tan rápidamente que me deja encerrada contra la pared y mientras que con una mano toma mi brazo levantado, con la otra tapa mi boca.

Mi pecho sube y baja rápidamente, la furia que antes hacía arder mis venas se disminuye y solo queda una sensación de adrenalina que sé que no es por el ataque de rabia que tuve recién.

Si no por la forma en la que mis senos están hundidos en el pecho del cura.

Aunque ya deje hace varios segundos de hacer berrinche, el español no se aparta.

Lentamente mi mano con el jarrón fue bajando a petición de la suya, que hacia fuerza para que dejara el objeto de lado y no cometiera tal estupidez.

Ahora con la mano libre, siento sus dedos deslizándose por mi cintura desnuda, y como si pudiera leer mi mente, la cual anhela con un acercamiento mucho, mucho más profundo, hace presión en mi espalda baja para atraerme completamente a él.

Sin dejar de mirarme los ojos ni soltarme, destapa mi boca lentamente mientras ubica esa mano en mi cuello, y con mucho cariño, su pulgar delicadamente acaricia mi piel.

-No me gustan esas rabietas, pequeña. - susurra tan cerca de mis labios que puedo sentir su aliento golpear mi carne.

Su visión jamás se aleja de mis ojos, y podría jurar que en su mirada hay tanto enojo como duda.

-Perdón, Lucas. - susurro, calmada, y a la vez con un tornado en mi sistema que espero no logre notar.

Su tacto deja de ser reconocido, y veo como la distancia se hace más grande y tranquila.

-Massimo me dijo sobre tus rabietas - levanta la silla que bote y la acomoda en su lugar - espero no se vuelva a repetir Isabella, según tú, eres una mujer adulta, y aquellas no se comportan asi. -

Asimilando lo que acaba de pasar, miro disimuladamente mis pezones, los cuales se encuentran erectos, y estoy segura que mi ropa interior esta tan mojada que quizás goteo un poco el piso.

Que exagerada.

Lo miro mientras ordena la mesa con mis cuadernos y lápices, se ve tranquilo, ¿Cómo puede estarlo? Me acaba de empotrar contra la pared y ¿está tranquilo?

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