Capítulo 17

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Deslizo mi pintalabios rojo mientras Alexandra sube sus medias hasta los muslos.

Suelto mi cabello y paso mi lengua por el arma que me regaló Alessio.

Mi mejor amiga termina de sacar su arma y se saca una foto antes de levantar su mano y mandar la gran daga en el cuello de un tipo que no se percató de nuestra presencia.

Me carcajeo por cómo intenta poner su mano para detener el sangrado.

Pero bueno, mucha risa.

Apunto y reviento en balas a los tipos que intentan alcanzar nuestros cuerpos con sus armas y mientras veo esta escena de película donde cuerpos caen y caen, subo el nivel de mis audífonos para así disfrutar mejor la canción.

Tarareo la letra y mientras muevo la cabeza, disparo.

Uno.

Dos.

Tres.

-Another One Bites The Dust... - conjugo disparos con el bajo de Queen.

- ¡Perra! - grita uno mientras toma su estómago recién perforado.

- ¡PERRA TU MADRE! - le vuelo la cabeza y apunto al último que me mira aceptando su destino.

Bajo mi arma y me remuevo de mi lugar para bajar de la superficie en la que estaba.

Su hombro sangra y se encuentra desarmado mirando mi caminar con un rostro confuso.

-Mátame rápido. - pide con sus ojos llenos de lágrimas y resignado.

- ¿Quién dijo que te mataría? - le pregunto tirando mi arma a la vez.

Asoma una sonrisa y en eso queda, una leve aparición.

Saco una daga nueva que me dio Massimo en la mañana y separo la piel de su cuello.

-Mentiriiisss. - digo riéndome mientras la guardo entre el elástico y mi muslo.

- ¡Isabella! - gritan mi nombre y miro para ver quién es.

-Alessio. - digo mientras lo veo correr hacia donde estoy.

-Ya llegó su auto, no pueden quedarse por aquí, es muy peligroso. -

-Ya va, ya va. - me sujeto de su hombro con una mano y con la otra me saco el tacón para ver que tengo una piedrita de entrometida en mi pie - ¿Alexandra? -

-Se está subiendo a un vehículo para irse a otra mansión. - asiento en silencio mientras veo mi ropa toda arrugada.

Arreglo mi vestido y lo sigo para llegar a la limusina que me espera.

-No salga de la iglesia, por favor se lo pido, si le regalé el arma fue para que lo ocupara de defensa, no de juguete. - me reprende el italiano y ruedo los ojos porque está peor que Massimo.

Conducen por las hermosas calles de mi país y diviso la iglesia en la que nos estamos quedando.

Me bajo y camino por el pasillo largo que da a la cocina, obviamente por la hora me lo encontraría aquí.

-Buenas tardes. - digo sonriente y me mira con un rostro que me da a entender que está enojado - ¿Qué paso? -

- ¿Tienes el descaro de preguntarme cuando vienes llegando con salpicaduras de sangre en la cara? -

Me muerdo la lengua por las ganas de decirle que le falta un buen pedazo de pene.

-Pero bueno, y ¿Qué quieres que haga? Necesito relajarme Lucas, ni que no supieras lo que hago. - digo quitándome los tacones.

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