Capítulo 10

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Se gira y me repasa de pies a cabeza mientras mira confundido a Geo.

- ¿Me hablas a mí? –

- ¿A quién más? Aparte de machito, con déficit cerebral. –

- ¡¿Quién eres tú?! – se voltea completamente y me desafía.

-Apréndete bien mi nombre bastardo,
I S A B E L L A. –

Su mejilla recibe mi golpe dejándolo desestabilizado y aprovecho de inmediato para estampar mi codo en su nariz haciéndolo caer seco al piso.

El correr de Lucas me dice que poco tiempo tengo para hacerlo sufrir.

Se intenta parar mientras toma su nariz y antes de que pueda hacerlo, mi pie hermosamente decorado con unos tacones negros le vuelan el rostro dejándolo casi inconsciente.

Me rebajo a su altura y tomo su cabello para hacerlo mirarme a centímetros de mi rostro.

-No resulta tan divertido cuando eres tu quien recibe los golpes ¿no? – escupo su cara – ¿Querías saber quién era yo? Soy el diablo, animal. – y con un último movimiento, mi puño se inserta en su ojo, el cual está en el mismo lado donde Georgina tuvo su hematoma.

Mi corazón se siente casi saliendo de mi pecho y Lucas me toma de la cintura alejándome del poco hombre que se encuentra llorando mientras se cubre la cara.

Me rio, a todo dar mis carcajadas se oyen por todo el lugar y veo como los guardias socorren al vejestorio que está en el piso.

Miro a Georgina y si mi vista no falla, diviso una sonrisa ante su llanto y un "gracias" dibujado en sus labios.

Le mando un beso y un guiño.

- ¡Llamen a mi hermano! ¡Quiero a Massimo! – grito tanto para Lucas como para las enfermeras que vienen llegando.

Toma mis hombros y me mueve para que le preste atención.

- ¡Isabella! Basta por favor. – de a poco su rostro se ve tan confundido como el resto de personas cuando me ven en esta faceta.

Mis ojos deben estar tan negros como mi alma y mis labios en un rojo vivo similar a la sangre de cristo que se divisa en la escultura.

-Dime Lucas, ¿aún quieres sanar mi alma? –

Me analiza completamente buscando las palabras correctas. Suspira agotado y meneando su cabeza en signo de negación, fija sus ojos en mí.

-Por supuesto que quiero Isabella. –




- ¿Te hizo algo mi lobita? – aparece Massimo en mi habitación con rostro preocupado.

-No, pero a Georgina sí, quiero que lo mandes a la cárcel. – me abraza y me da un pico en la boca.

-Lo que pida mi italiana hermosa, hace tanto que no te veía pelinegra. – toma mis manos y acaricia con su pulgar mis nudillos.

-Te extrañe Massimo, ¿Cuándo me iré? –

-De eso te tengo que hablar Isabella, hoy pude reunirme con mi abogado y me comento que los juicios están llevándose a tu favor, además de que el dinero que se le está dando a la corte no es mínima. –

-Te pagare todo después de sacarle la plata a un hombre. –

-No es necesario lobita, eres tan capaz de hacer millones tu misma. – me desordena el cabello y besa mi frente.

Mientras me cambio de ropa, me cuenta que debo finalizar mi año escolar, por lo tanto, las tareas me las traerán más tarde para realizarlas mientras mi tutor es nada más y nada menos que Javiera, pero, como ella no está, me ayudara el sacerdote.

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