Capítulo 29

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- ¿Qué te pasó? - pregunta Benedetto más que preocupado.

-Nos vamos al hospital. - demanda Alessio.

-No, me quiero ir a mi casa. - niego mientras camino hasta el auto con mi vestido manchado de sangre.

- ¡¿Estás loca?! Ese corte es largo Isabella, y profundo, debemos ir a urgencias. - ignoro completamente el chillido de Bianca.

-No iré, puedo curarme en la casa. - me subo al auto y los dejo reclamándome mientras aprieto el acelerador y llego a casa.

No entiendo que mierda pasó, simplemente se me fue de las putas manos la situación y terminé follando con el imbécil del bosque.

No han sido una, sino dos veces que me busca para matarme y realmente en ninguna oportunidad salí ilesa, es como si perdiera toda fuerza y poder con él, como si no pudiera conectar mi cerebro con los movimientos de mi cuerpo.

Lo único que quiero es llegar a mi departamento y bañarme, sentir su cuerpo me hizo recordar cosas que hace mucho había dejado enterradas, y no pienso volver a caer en sentimientos de mierda que no sirven para nada más que volverme una mujer débil.

Solo... mierda, no sé qué ocurrió, pero, fue algo diferente.

Follar con Alonzo y con los miles de hombres de una noche jamás me hicieron recordar esos... sentimientos.

Algo fue, algo tiene ese hombre que me hace volverme completamente indefensa, y no puedo seguir así, no puedo ser yo su presa, debo ser su cazadora, su muerte.

Me quito un trozo de oreja y ahora me abrió el pecho, además de los miles de moretones que me ha dejado en el cuerpo.

¿Qué hice yo? Nada.

Isabella D'angelo una puta sumisa, una novata de mierda.

- ¡Mierda! - golpeo el volante con impotencia y en cinco minutos más llego a mi departamento.

Dejo las llaves en una mesa y siento como chupete corre hacia mí, mientras se para en dos patas y comienza a olerme y a ladrar.

-No estoy de ánimo, Perséfone. Ve a dormir. - camino hacia mi habitación, luego hacia mi baño donde tengo el botiquín y comienzo con lavarme las manos para luego hacer todo el proceso de coserme.

No fue un pequeño corte, no. Me abrió el puto pecho, con esa espada de mierda.

Luego de quitarme las telas, las boto en el basurero y me dispongo a dormirme sin antes si quiera lavarme los dientes, siento mi cuerpo desfallecer en la cama y quedarme ahí hasta el siguiente día.

A la mañana siguiente me levanto y voy hacia dónde está mi perrita, últimamente la noto más cansada y panzona, asi que decido ir a un veterinario y luego de esperar unos treinta minutos, logramos entrar a la sala.

- ¿Cómo se llama la paciente? - pregunta mirando a mi preciosa perrita mientras lame mi mano.

-Perséfone. - le digo sonriendo.

Luego de eso, le comento por qué estoy aquí, y luego de unos procedimientos, me confirma lo que pensaba, chupete está esperando cachorritos.

Tiene un mes de embarazo, y casi salto de la felicidad, mientras recuerdo que debo avisarle a Lucas, no sé cómo lo encontraré, pero algo haré.

Salimos de la oficina y como una abuela algo loca, le compro un trajecito que dice "La mejor Mamá".

Compro también unos premios, solo por existir se los daré, obviamente, y ya con la mitad de la tienda en el auto, me dirijo a mi casa.

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