Capítulo 19

798 74 53
                                    

⭐️Voten Mucho⭐️

Hemos estado un poco distantes con Lucas estos últimos días, y créanme, no por mi culpa.

Cada vez que le hablo o me acerco, parece que le molestara mi tacto, o simplemente mi presencia y se mantiene incomodo hasta que busca cualquier excusa y se va.

Si hace días estaba celoso, estos no son celos, y me causa cierta preocupación su forma de ser conmigo, siendo que no hice nada mal, creo.

Estoy comiendo sola en la mesa, puesto que me hace comida, me la sirve y él como después.

Me hice la dura por cuatro días, pero desde que salimos a beber, está muy raro conmigo, no sé si Benedetto le dijo algo o no le gustó algo que yo hice, aunque la verdad solo baile con las chicas.

Rogar por atención jamás será opción, yo lo siento mucho si él cree que me arrastrare por su atención.

Me paro de la mesa indignada y me dirijo a la habitación, abro la puerta del baño y él ya iba saliendo.

Nos miramos y pasamos por el lado del otro.

Tomo mi cepillo de mala gana y con fuerza lavo mis dientes, hasta hacerme sangrar en las encías.

Miro mi reflejo como si aquel me fuera a dar una respuesta, pero solo veo a una mujer que esta como idiota preguntando qué hacer en esta situación.

Si me miras hace dos meses atrás, yo estaba completamente bien en mi cuarto del colegio, días antes de que me llevaran al loquero, y me veía despreocupada y feliz leyendo ese libro del coronel.

Pero no, yo me tuve que venir a fijar en un hombre imposible. No puedo ser un chico normal, o algún amigo de mi hermano, quizás un prestigioso empresario, o un viejito con millones sin gastar.

No, yo me fije en el sacerdote, el más tierno y complicado a la vez.

Está actuando como un inmaduro de mi edad, y yo ya no pienso comerme más sus caras largas.

Podría romper el piso de la furia que emerge de mis pies al caminar, con el ceño fruncido y porte imponente, me doy el tiempo de buscar por la gran iglesia al español hijo de la mismísima.

Le voy entrando al confesionario y cierra la puerta si saber de qué lo busco.

Me dirijo a la mini casita de madera y abro la puerta casi sacándola de su lugar para encontrarme con cara de pocos amigos a Lucas.

- ¿Qué qui... -

- ¡Cállate! - le freno y cambia por completo su cara - ahora me vas a escuchar, desgraciado. - cierro la puerta y lo miro con rabia.

-Dios, Isabella es hora de que las personas se confiesen. - pasa las manos por su rostro frustrado.

-Me. Importa. Una. Mierda. Porque usted caballero me va a explicar qué mierda le pasó. -

-Nada Isabella, ahora déjame tranquilo. -

-Me caes mal, uuuuuy, pero muy mal. Sé un hombre Palacio, deja de comportarte como si tuvieras quince años, que hace muuucho que dejaste tu juventud. -

Intenta ocultar su cara de dolido.

- ¿Quieres saber qué me pasa? Pasa, que no entiendo qué estamos haciendo, tu eres una mujer joven, diferente a mí, tienes toda una vida por delante, matando o le que se te de la bendita gana, mientras yo debo estar aquí dando consuelo ante los descarriados y pobres de corazón, verte disfrutar tanto la noche anterior me abrió los ojos y supe que solo perdías tu tiempo conmigo. Ahora por favor te voy a pedir que salgas y me dejes hacer MI TRABAJO. - enfatiza las últimas dos palabras y dejándome perpleja, solo puedo mirarlo.

AMÉNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora