Lucas
Caminando por las calles de Roma, mi pequeña y yo escogemos las mejores librerías para encontrar los libros que pidieron mis princesas como regalo de Navidad.
-Amor, ¿cuándo llamarás a tu padre para saber cómo está? - me pregunta mi mujer y hago una mueca de disgusto evidente.
Antes de responderle, suena mi teléfono salvándome de la charla que de segura me iba a dar sobre la relación entre padre e hijo que nunca existió.
Un número que jamás pensé que llamaría nuevamente alumbra la pantalla del celular y dudando, respondo.
- ¿Javier? - Isabella me mira con atención.
-Lucas... - escucho cansado al sacerdote.
- ¿Qué sucede?
Siento murmullos del otro lado y suelta aire agotado.
-Lucas... escúchame. - cierro los ojos pensando en lo que probablemente me dirá.
-No lo haré, Javier, ¿estás demente?
-Es Luisa. - mi rostro cambia y quizás esté cometiendo una locura, pero no puedo permitir que pase otra vez.
- ¿Dónde estás? - pregunto decidido.
-En San Arcángel Miguel.
Corto la llamada y quedo mirando a mi pequeña, la cual espera una respuesta.
-Mi amor...
-Me estas asustando, Lucas.
Paso mis manos frustrado por mi rostro y luego de pensarlo bien, me decido y tomo su mano para luego hacer parar un taxi y subirnos.
-Lucas...
-Isabella, quizás tu no entiendas, pero debemos ir a un lugar de forma urgente.
- ¿Qué mierda?
-Cuando apenas tenía veinte años, decidí ir a la Iglesia de San Arcángel Miguel para estudiar Exorcismo y Oración de Liberación...
-Que mierda...
-Cuando comencé, todo iba regularmente bien, lo común, pero una noche, me toco exorcizar a una pequeña niña de cuatro años, Luisa Gianni.
- ¿Por qué me dices esto?
-Baal, me habló, Isabella.
El rostro de mi pequeña cambia por completo, sabiendo quien es, obviamente.
- ¿Hablaste con Baal?
-No, él lo hizo conmigo, pero jamás respondí. Recuerdo a la perfección lo que me dijo...
Flashback
Mi mano sostiene firme la biblia, agua bendita y rosario, los cuales me protegen y sirven de armadura para todos los demonios que anhelan tener los últimos alientos de los hijos de Dios.
- ¡Te ordeno que me digas tu nombre, demonio!
Su risa inunda la sala, mientras las ventanas no dejan de abrirse y cerrarse, y observo como en los ojos de la bebé salen gusanos pequeños.
- ¡En el nombre de Dios, te ordeno que dejes el cuerpo y regreses al mismo infierno de donde viniste!
-Juguemos en el bosque, mientras que el lobo no está, ¿lobo estás? - dejo de lado sus burlas y me acerco con toda la fe que me otorga el señor.
- ¡¿Cuál es tu nombre?! - grito mientras pego a la frente el rosario.
Humo sale de su piel e intenta separarse, mientras con otra mano comienzo a regar agua bendita.
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AMÉN
RomanceSiendo el reemplazo de un sacerdote que atentó contra su vida en aquel psiquiátrico, Lucas Palacio llenaba de luz las nuevas paredes de aquella pequeña capilla que se encontraba para el consuelo de almas perdidas y mentes distorsionadas. Un hombre s...