Capítulo 22

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Advertencia: este capítulo posee contenido delicado, leer con precaución.


Mi padre estaba sentado frente a mí, se había quedado en silencio y no había pronunciado nada por un no tan largo momento.

—Prosigue— le digo.

—No me vas a juzgar antes de escuchar todo, ¿verdad?

Dudé por un segundo, si él estaba preguntando eso... Era porque estaba metido en algo malo y en algunos casos… peligroso.

—No, no lo haré, continúa— le dije en un tono de voz firme aunque por dentro no lo estaba del todo.

—Bueno, antes, cuando vivía aquí— dice poniendo sus manos un poco al aire refiriéndose a la casa—..., ¿recuerdas cuando Lindsey estuvo en una etapa un poco… fuerte?

¿Cómo olvidarlo?

Lindsey sufría de bullying y se deprimía muy seguido, fue una etapa muy dura para todos nosotros.

—¿Lo recuerdas?— volvió a preguntar mi padre.

—Sí, continúa.

—Bueno obtuve ese dinero… haciendo negocios no legales. Falsificaba objetos de valor.

Me sorprendí, sabía que podía ser esa clase de cosas, pero igual me sorprendí.

—Antes de que pasara lo de Lindsey yo lo hacía, por eso vivíamos como vivíamos.

—¿Pero por qué? ¿Por qué hacer eso? Podíamos vivir bien con tu trabajo y con el de mamá— le dije.

—¿Crees que con ese salario que me pagaban iba a alcanzar para mantener a esta familia?

—Pero podías hacer otra cosa que no hubiera implicado ir a la cárcel— me defendí.

—Sigue escuchando Bella, me prometiste que no hablarías hasta que yo terminara de hacerlo.

Asentí un poco molesta con la cabeza y el prosiguió.

—Luego de todo lo de Lindsey, me quise salir de ese negocio, lo intenté muchas veces pero me amenazaban. Seguí haciéndolo por un año, tu hermana tenía 10 y tú 8 años.

—Cuando…, te fuiste— le dije.

—Sí Bella, cuando me fui.

Quedamos en silencio por unos segundos y el soltó un suspiro.

—Ese día…, cuando me fui, en la noche mientras ustedes estaban dormidas me llamaron para hacer un trabajo, pero... decidí huir, esa era mi oportunidad. empaqué mi ropa y salí de la casa. Llegué a la casa de mi jefe, él era quien me encargaba sus trabajos. Me pidió que le entregara…, un paquete a un cliente y luego me pagaría. Con el dinero que me dio fue que me escapé.

»Le dije que no tenía familia aquí en Australia, que mi esposa e hijas se habían ido del país y que me saldría del negocio, todo mediante una carta. Me fui porque tenía miedo de que les pasara algo a ustedes... ustedes eran... son mi familia, y si algo les pasaba por mi culpa jamás me lo iba a perdonar.

»Regresé a la ciudad porque me enteré que el hombre que antes era mi jefe había muerto en un tiroteo, que sus cómplices están encarcelados y otros muertos.

No sabía qué decirle. ¿Era verdad esto que me decía? ¿Debía creerle?

No lo sé, es muy complicado.

—¿Ahora lo entiendes?— preguntó sacándome de mis pensamientos.

—No lo sé papá…, mhm no lo sé.

Rechazada ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora