Capítulo 7: Merlín

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Más travesuras, más consecuencias 

Merlín llego a la cocina agotado y jadeante; apenas y vio una silla, se arrojó sobre ella. Arturo también estaba algo agotado, luego de correr por el oscuro pasillo y las mazmorras. Apenas y lograron poner los barriles devuelta en su lugar. Una vez afuera de las mazmorras, los chicos y Baldwin fueron por caminos separados, Arturo siguió a Merlín; se le paso por alto que se suponía estaba enfermo, y Merlín también ignoro ese gran detalle.

—¿Por qué no me sorprende? —se quejó Amice con sarcasmo—. ¿Y ahora que hicieron? ¿No habrán invocado a otro muerto verdad? Porque de ser así, ustedes serán los siguientes espíritus que se vean en Caerleon, luego de que les degollé y les arranque la piel.

Amice casi nunca bromeaba, pero cuando lo hacía podía llegar a ser algo pesada y oscura, incluso para tratarse de un chiste. Merlín estaba demasiado agotado para responder, así que Arturo hablo:

—No... no se trata de nada de eso. Es solo... solo... que mi padre ya viene.

—¿Tan temprano? En general suele estar de vuelta a medio día.

Arturo se encogió de hombros sin decir nada.

—En fin... probablemente vendrán muertos de hambre, lo bueno es que tengo la comida preparada para servir —de repente comenzó a avivar el fuego donde reposaba la comida y a buscar platos—. ¿De dónde haz sacado ese gato? ¿y qué piensas hacer con él?

Merlín estaba tan cansado y asustado que no noto al pequeño gato que lloraba y se retorcía en la manta que aun sostenía. El gato era tan joven que ni siquiera podía abrir sus ojos; y su llanto era tan desesperado que le partía el corazón escucharlo.

—Lo hemos encontrado por ahí —murmuro.

"Lo hemos dejado huérfano" pensó. En ese momento entro Ellis con un jarrón lleno de flores frescas de varios colores. Merlín nunca le había prestado mucha atención en realidad: se trataba de una chica de estatura promedio, cabello negro y largo, piel clara, era delgada y su rostro era para Merlín, lo que él llamaba un rostro común; no tenía ningún detalle que la hiciera destacar entre los miles de rostros existentes, aunque no podía decir que tuviese un rostro desfavorecido. En realidad, y tenía que admitir, que su sonrisa era bastante bonita, sus dientes no estaban manchados y chuecos, a diferencia de la mayoría de personas que él conocía quienes tendría una o ambas características. Al sonreír se le formaban un par de hoyuelos; merlín no tenía dientes perfectos, ni hoyuelos; de hecho, en una ocasión, al jugar con Arturo en el bosque tropezó y perdió un diente; al no tratarse de un diente de leche, lo perdió para siempre; desde entonces no le gustaba sonreír demasiado, o al menos no ser demasiado evidente a la hora de mostrar una sonrisa. Ellis se recogió el cabello en una trenza y lo adorno con flores coloridas y pequeñas, de no ser por su ropa, "podría pasar por una princesa".

Ellis dedicaba su sonrisa a Arturo, aunque este no le prestaba atención en ese momento, estaba más interesado en beberse una jarra de agua. Al verla, Amice se alegró.

—Oh haz regresado, me alegra que encontraras muchas. La mayoría que he tratado de plantar en el castillo no logran crecer y de hecho mueren.

—Quizá se deba a que requieren mucho cuidado y tiempo —comento ella mientras depositaba el jarrón sobre la mesa—. Pero es una suerte que la colina de al lado este llena de flores y de todo tipo.

—Sí, pero lamentablemente no poseo mucho tiempo, ya que tampoco tengo quien me ayude con el trabajo —desvió su mirada en la dirección de Merlín—, así que no hay mucho que pueda hacer.

Merlín capto la indirecta, pero no le siguió la corriente, había veces en las que prefería estar callado. Ellis vio el gato retorcerse entre las manos de Merlín y se acercó con gran curiosidad para observarlo. Ella se acercó bastante a Merlín, ¡demasiado! Para su gusto. Merlín nunca estuvo tan cerca de ella, de hecho, jamás cruzaron palabras entre ellos desde su llegada al castillo. La incomodidad del acto debía de reflejarse en el rostro de Merlín pues Arturo parecía disfrutar de verlo pasarla mal; sin embargo, Ellis estaba tan concentrada en el gato que no noto que Merlín no disfrutaba de su presencia.

Merlín y Arturo (+18)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora