Merlín y Arturo (+18)©

Capítulo 27: Merlín

Nigrum

¿Qué poder eres? quien desde abajo me has hecho levantarme, de mala gana y lento, de lechos de nieve eterna

The Cold Song - Klaus Nomi

Estaba en una zona despejada. Podía ver claramente como el bosque crecía alrededor del circulo en el que se encontraba, pero un límite impedía que cualquier tipo de vegetación entrara en aquel enorme aro. El cielo también se encontraba limpio de nubes, por lo que podía ver con mucha claridad las estrellas y la luna, que iluminaban el claro en el que estaba.

El primer pensamiento que cruzo por su cabeza fue que debía de escapar de allí a como diera forma y tan rápido como pudiera, pues estaba totalmente expuesto a todo tipo de peligro. Las razones por las que llego allí podían esperar a que estuviera en un lugar más seguro. De inmediato se puso de pie y una vez más, el ensordecedor grito de furia y dolor se escuchó en el aire. El corazón de Merlín se encogió en su pecho y comenzó a mirar en todas direcciones, mientras trataba de averiguar el lugar del cual provenía el sonido y quien, o que era lo que lo emitía.

Junto al grito, la tormenta de nieve regreso y lo envolvieron por completo. El viento era tan poderoso, que lo hacían tambalear en todas direcciones y era incapaz de ir a un lugar en específico. En ese momento, sus únicos objetivos eran escapar de allí y no caer de nuevo, pero tan solo lo pensó, una ráfaga particularmente poderosa lo golpeo en la espalda, lo que provoco que se fuera de boca y terminara a gatas en el suelo.

Incluso así, continúo arrastrándose por la nieve, aunque tuviera que usar sus cuatro extremidades. Finalmente, el viento y la nieve cesaron y Merlín dejo de moverse. Alzo la vista apenas, y lo que vio lo dejo sin aliento. Tal y como suponía, aquella tormenta lo transportaría a un lugar nuevo. Frente a él se alzaba la entrada de una enorme cueva, tan ancha y alta como una casa pequeña, y por lo que podía ver, era bastante oscura y probablemente profunda.

Aunque aún se encontraba en una zona libre de vegetación, esta parecía ser mucho más pequeña que la anterior y podía ver los arboles apenas a unos cuantos metros de él. No había terrenos altos ni montañas cercas, por lo que parecía que la cueva estaba allí alzándose como si alguien la hubiese construido ahí, como una especie de cúpula de piedra.

Lo siguiente que vio casi hace que su alma escape de su cuerpo. Oculto en la oscuridad de los arboles detrás suyo, un par de ojos brillaban con un color azul blancuzco. El dueño de esos ojos se movió por entre los arboles sin despegar la vista de Merlín. Al esquivar las ramas, los ojos pasaban de estar muy altos a estar muy bajos; en momentos desaparecían, luego de atravesar un tronco particularmente grueso, pero al final, volvían a aparecer sin olvidarse de Merlín. Además de ello, sus pisadas eran tan silenciosas, a pesar de que, por la altura de los ojos, se podía deducir que se trataba de una criatura particularmente grande. De vez en cuando, podía ver un par de grandes manos asomarse por entre los troncos más iluminados, que revelaban grandes garras de color gris.

Finalmente, se escuchó el quejido de la bestia luego de un largo rato. Era un sonido apagado, como el siseo de una serpiente, que revelaba una especie de frustración y enojo. Con sus quejidos, las pisadas de la criatura se hicieron más rápidas, como si caminara de un lado hacía otro, debido a la ansiedad.

Merlín por su parte estaba paralizado por el horror. No había a donde ir en realidad. Los arboles alrededor del claro no dejaban que mucha luz entrara al bosque, y parecían ser el dominio de la bestia; mientras que el único otro lugar al que podía ir era la cueva, pero de inmediato supuso que debía de ser el hogar de su captor y no habría manera en que pudiera ocultarse allí. Realmente las condiciones eran perfectas para la criatura: Merlín estaba expuesto y perfectamente iluminado, de manera que no podría perderlo de vista, y tampoco tenía a donde ir. Se podría concluir que escapar no era una opción, y que su única salvación era pelear.