Capítulo 39: Hijo infernal

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Hijo Infernal

Bestia me nombró él, bestia soy, soy dolor [...] todo lo que conozco es violencia

I AM THE BEAST - Lingua Ugnota

Imagina por un momento que eres la peor alimaña que puede o pudo haber existido en esta tierra. Un ser tan horrible, como despreciable, que nadie, ni el humano más inmundo, el mayor criminal o el enfermo mental más jodido querría tener cerca. Quizás supongas que hablo de un gusano muy asqueroso o una araña, y quizá no estés del todo mal pues los gusanos y las arañas son criaturas desagradables, pero en realidad no me refiero a ellos.

La bestia aulladora fue una criatura odiada desde mucho antes de que llegara a nacer. Como todo ser en este mundo, su existencia no fue más que una serie de coincidencias, pues si bien, uno de sus progenitores tenía la intención de crearlo, aún era una mera coincidencia que su concepción tuviese éxito, que lograra desarrollarse y nacer. Y como todos, él no pidió vivir en este mundo, pero por la misma naturaleza de todo ser existente, se vio obligado a tratar de sobrevivir.

Su historia comienza con la historia de una princesa de nombre desconocido, en un año con números desconocidos, en un reino conocido. Tal y como sabemos, en el reino de Listenoise se dio su surgimiento. Uno de los antiguos reyes de aquel reino marítimo, tuvo dos hijos gemelos, una chica y un chico. Se dice que como casi siempre, los hermanos se odiaban bastante. Discutían todo el tiempo y trataban de causarles problemas al otro cada que podían. Sin embargo, aquello se suponía debía de ser solo una etapa. Conforme pasaran los años, su padre esperaba que maduraran y dejaran sus niñadas atrás, para convertirse en un perfecto futuro monarca, en el caso de su hijo, y en una dama respetable que pudiera desposar a un hombre poderoso e influyente, en el caso de su hija.

La princesa fue quien comenzó a aceptar los cambios de la edad primero. Dejo de ver a su hermano como un fastidio y decidió a verlo como alguien importante para su vida, como la sangre cercana que era para ella, e intentó darle un mayor respeto. La princesa pasó de ser una niña a una señorita brillante que todo mundo adoraba. Era refinada, como alegre, talentosa y atenta, era perfecta y su padre no podía estar más contento con ella. Sentía que era el hombre más afortunado del mundo, al tener a una hija como la suya, y cualquiera que tuviese a su hija como esposa, pasaría a convertirse en un hombre como él.

Mientras tanto, el hijo del rey parecía no tener el mismo desarrollo que su hermana. Era caprichoso, grosero y mimado. No tenía ambiciones o deseos para su futuro. Casi parecía que esperaba vivir bajo el ala de su padre por el resto de su vida, e ignoraba el hecho de que su padre no viviría para siempre, al menos, no más tiempo que él. Sin embargo, el rey cometía el error de no exigirle nada a su hijo. Aunque no estaba contento con la forma de vida que llevaba, y se encontraba decepcionado por el hijo que había conseguido, tampoco hacía nada para corregirlo, pues albergaba la esperanza de que algún día viera sus faltas y decidiera recapacitar.

Entonces, parecía que aquel príncipe se convertiría en un terrible rey o terminaría por condenar a su reino y hacerlo decaer hasta el punto más bajo. Mientras que su hermana encontraría un buen esposo, se iría a tiempo y lo suficientemente lejos para ser feliz. Era el destino que cualquiera con dos ojos de frente podría suponer para ellos. Pero lo cierto es que nada de ello resultó como lo imaginado, y, de hecho, las cosas se fueron bastante a lo contrarió en realidad. El príncipe termino por convertirse en un rey que logro mantener a su reino lo suficientemente alto para tener a su gente feliz, y la princesa se convirtió en un ser miserable odiada por todos.

¿Cómo pasó todo eso? Se preguntarán, ¿Qué giros del destino provocaron aquel resultado? Dirán. Verán, el príncipe era también un chico bastante envidioso que de cierta manera vivía ante la sombra de su hermana. Incluso si podía tener todo lo que quisiese por ser el hijo del reino, jamás podría tocar el reconocimiento y el orgullo, tanto de la gente, como de su padre. Quería poder brillar para ser tratado de la misma manera que su hermana, pero sentía que, si su hermana crecía, él no podría hacerlo y por lo tanto debía de recurrir a un método alternativo.

Merlín y Arturo (+18)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora