Capítulo 4

3 1 0
                                    

Narra Río:
Después de que salimos de la cafetería sentí que ella estaba tensa mientras me hablaba, pero simplemente le seguí el juego.
Tiempo después ya habíamos llegado a mi cafetería favorita o al menos yo la consideraba así porque tenía los mejores cafés de la ciudad.

Alba: Este lugar se me hace muy familiar.

Río: Dudo mucho que hubieras venido alguna vez.

Alba: ¿Y eso porque?

Río: Porque yo siempre estoy aquí, osea la mayoría del tiempo.

Alba: Tal vez pude venir en algún momento en el que no me hubieras visto.

Río: Puede ser, pero no lo creo.

Alba: Hahaha, eres muy testarudo.

Río: Bueno bien, ahora entremos.

Cuando entramos vi como ella la escaneaba de un lugar a otro y tiempo después dejo que una pequeña sonrisa se posara en sus labios,
gestó que me sorprendió, ya que si antes pensaba que era linda, cuando sonreía lo era todavía más.

Río: Venga sentémonos en el fondo, es más privado.

Alba: Y también se puede apreciar mucho más el lugar y las personas que entran desde ahí.

Río: Qué lista.

Alba: Se que lo soy, no necesito que tú me lo digas.

Río: Vale, vale fiera, después dices que yo soy el presumido.

En el mismo momento en el que nos sentábamos una camarera se nos acercó y como siempre me guiño el ojo, en un principio no le preste atención pero cuando me di cuenta de la reacción que tuvo la chica frente a mí, una sonrisa malévola se incrustó en mi mirada.

Narra Alba:
Qué diablos me pasaba, acaso yo estaba celosa de ese chico, no, eso no.

Río: Qué te sucede, te sientes bien.

Alba: Puedes quitar esa asquerosa sonrisa de tu cara.

Camarera: Emm.... Que vas a pedir guapo.

Río: Pues yo quiero un café sin azúcar y para ella tráele unas donas y un zumo.

Camarera: Claro, enseguida.
La chica me miró de arriba a abajo como si fuera un bicho raro y después se giró lanzándome una mirada de superioridad que hizo que me saliera humo de las orejas.

Río: Cielos, deberías ir a un médico, estás roja de la ira.

Alba: Callate.

Río: Podría cocinar un malvavisco en ti.

Alba: Puedes dejarme en paz, y dime de una vez para que me querías aquí, porque es obvio que este café es con doble intención.

Río: Pues es verdad, te invite aquí porque debo preguntarte algo.

Alba: Pues...., soy toda oídos.

Río: No se porque pero de alguna manera, siento que te conozco de algún lado y pues tu cara me ha traído ciertos recuerdos un poco borrosos.

Alba: Pues a mi me ha pasado lo mismo contigo pero no creo que te conozca. Tal vez simplemente soy parecida a alguien que conoces.

Río: No creo en ese tipo de casualidades.

Alba: Eres un arrogante.

Río: Yo......., arrogante, pero porque.

Alba: Nada olvidalo, a veces habló sin pensar.

InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora