XXIV. Otra vez

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«Mew»

Ir por mi hija ahora mismo es lo único que me hace seguir, ponerme de buenas, tener una sonrisa toda esta semana en la que e ido a clases por ella para llevarla a casa. Aunque por dentro quisiera estar en cama, a oscuras y que solo a través de las cortinas blancas entrará la luz. Hoy Tull tuvo la grandiosa idea de que como me quedan pocos días aquí, tenía que presentarle a mi hija ahora mismo.

Se montó en el auto, con una gran caja de chocolates y un conejo de peluche, no entendía si acaso iba a conocer a su sobrina oficialmente, o iba a tener una cita.

Espero que a Gulf no le incomode mi presencia.

Es lo que menos quiero desde que me dijo aquellas cosas. Y no lo culpo, porque en el fondo se que él tiene razón, solo que jamás pensé oírlo de su boca y siendo sincero me dolió más que las de otras personas.

Jamás debí permitir que ese sentimiento siguiera creciendo pero pensé que a lo mejor las cosas podían volver a ser las mismas, como cuando lo conocí, como cuando éramos pareja y nos queríamos tanto que Nayla ha sido la prueba de eso. Pero ha pesar de todo, muy en el fondo pensé tener una oportunidad que en mi mente todo se veía perfecto, fui un idiota que por solo una noche, ya quería el cielo y las estrellas a su lado.

Y es que mierda, era él. Gulf estaba de nuevo frente a mi, con sus ojos penetrantes que me calan hasta los huesos y su sonrisa que podía jurar ilumina los días. Joder, nunca volví a conocer a nadie como él, y esos ojos que me veían jamás los volví a ver.

Basta Mew.

Niego cansado y veo como Tull y yo estamos por llegar al piso donde una personita que no tiene la culpa de que su papá sea un idiota por crédulo, me está esperando. Debo de aceptar que me dolió, putas que me dolió cada palabra como un cuchillo que se queda a mitad de la herida y da vueltas para hacerte sangrar aún más, estoy triste todavía, todavía me duele ver a los ojos a Gulf y espero que lo entienda, solo debe de darme tiempo y le juro que daré todo de mi parte para un día ser amigos. Aunque sea por Nayla.

Al abrirse el elevador, camino directamente hasta aquella puerta y en donde el valor se me ha ido.

Tengo que decírselo...

Necesito hablar con Gulf sobre lo que hablé con el padre de León el día de ayer, necesito que lleguemos a un acuerdo, pero creo que ahora mismo tengo ganas de vomitar.

"Ni que a Gulf le importara lo que hago..."

-- No creo que a Gulf le guste que le des tantos dulces...-- le digo a mi hermano al salir del elevador -- eso ni a mí me parece..

Él me sigue pero solo me voltea a ver y roda los ojos.

-- Mira Mew. Ahorita no me lo menciones. -- niega -- que soy capaz de decirle frente a Nayla que al menos tú no podrás tener hijos como él dice, pero él nunca va a dejar de ser tan amargado.

Suspiré.
Creo que debería de dejar de contarle mis cosas pero ese día cuando llegué a casa, él estaba en la puerta esperando que le diera noticias de Nayla, me miró con la cara roja y por más que bajaba la vista o volteaba a otro lado, terminé sentado en el sillón bebiendo junto con él.

-- Hola..

Le digo a Gulf cuando nos abre.
Él sonríe, luego voltea a ver a mi hermano que le sonríe falsamente y desvío la mirada, mejor busco a Nayla la cuál viene corriendo con sus coletas hermosas y su faldita de mezclilla.

-- ¡P'Mew!

Le abrazo, la cargo en mis brazos, llenandola de besos tronados, volteamos a ver a Gulf y nos sonríe medianamente. Tiene esa mirada otra vez.

¡PAPÁ EN APUROS!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora