XXXI. EPÍLOGO Moneda al aire

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Un año y medio después.

La una de la tarde.

Él tipo pelinegro sale del auto, dándose cuenta que varios pequeños van con sus padres a casa, se da un poco de prisa al avanzar y al llegar hasta la puerta de la escuela, la miss le sonríe, diciéndole el nombre de su pequeña.

-- Nayla Jongcheveevat.

Ella le llama, esa niña con dos coletas y trenzas que crece como espuma, le sonríe a su padre y se despide al salir. Era un orgullo llamarla así después de unos meses al recibir por correo todos los documentos que aprobaban y constaban que era su hija.

Está enorme, su primer año en la escuela y Mew quisiera que ya no creciera más, ya no, la quiere a su lado aunque suene egoísta. Seis años suenan muchos cuando vez el tiempo volar y pronto ya no necesitará de ti. Al contrario, a él le da miedo la idea de que un día dejará sus muñecas y se irá a alguna fiesta o hacer su propia familia.

-- ¿Cómo te fue, cariño?

-- Bien, solo que para mañana tengo que llevar unas cosas...

-- Me das la lista y llegamos en la tarde por ellas.

Suben al auto, emprendiendo camino directamente hasta donde está Gulf, empieza a creer que lo mejor sería que el tuviera su propio auto, pero no quiere, siente que va a perderse aunque el mismo dirige las calles cuando se le olvida a dónde van.

-- Papá.. ¿Was wir essen werden? "¿Qué vamos a comer?"

-- No sé, ¿Qué quieres comer?.. -- le ve por el retrovisor -- iremos por papá que tiene una hora libre y veamos que podamos comer. Y no hables así cuando estemos juntos, Gulf va a regañarte si te escucha..

-- Perdón...

Le sonríe un poco pero es que no quieren que olvide su idioma, es muy pequeña, y si no tienen cuidado olvidará su propia nacionalidad. Aprendió muy rápido, en menos de seis meses ya era casi una experta y ahora, ella le enseña a él si se descuida. Gulf también se ha vuelto más hábil, todos juntos en aquellos días al principio en la sala, enseñándoles lo que sabía, valió la pena.

Así como estar juntos como la familia que son.

Ha valido cada segundo.
Cada minuto y cada que ve a Gulf dormir a su lado, a Nayla verla reír, y ver todo lo que han logrado en todos esos meses.

No se fueron en poco tiempo como lo pensaron.
Porque después de que arreglaron con mucha dificultad que en el preescolar de Bangkok validarán ese año de Nayla, al final aceptaron solo porque terminó los últimas semanas en clases por línea, recibiendo clases por la maestra de forma particular, fue un gran favor al aceptar eso.

La escuchaban enseñarle canciones de como lavarse los dientes o las manos, haciendo trabajos, manualidades y todo aquello, valió la pena porque todo ese tiempo a la vez que ella tomaba esas clases, también aprendía Suizo-alemán y cuando entró a su segundo y último año de preescolar, se comunicaba muy bien y le tenían paciencia cuando le costaba expresarse.

Tiene dos meses en su primer año, y quiere detener el tiempo.

Así como al precioso que está sentado en la banca, con un chico a un lado, que le mira de vez en cuando y finge no hacerlo pero lo hace. ¿Acaso quiere hablarle?. Gulf está con un libro en su mano y lee con atención, toca el claxon un par de veces, él levanta la vista y al verlos se pone de pie, despidendose de ese tipo, él le sonrió y le siguió con la mirada al ir cargando su mochila al hombro, con su bata con su nombre al lado resalta y esta más que seguro que será el más sexy e inteligente doctor de todo el mundo. Solo va a casa a comer porque tiene que regresar en una hora y media y sale hasta las cinco.

¡PAPÁ EN APUROS!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora