¿Quién es el verdadero culpable?

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Savior

(Acontecimientos situados antes de el capítulo uno)

Tiene que ser una puta broma.

¿Por qué hay tanta perversión en el mundo?

Mi tío me pidió ayuda con un caso extremo de ciberacoso, se han estado compartiendo miles de fotos de chicas quienes pusieron su demanda y aseguran no haber dado su autorización, lo cual es obvio porque van de jovencitas hasta niñas. Cierro mis puños con demasiada fuerza mientras analizo el caso.

Las pesadillas se asoman en mi mente trayéndome vividos recuerdos de como mi padre me hacia verlo follar a las empleadas de la casa, al maldito bastardo le gustaba forzarlas y por lo tanto las prostitutas no le bastaban

― ¿Todo bien muchacho? ― inquiere mi tío sentado detrás de su escritorio.

―Como si te importara― siseo en su dirección con voz mortal. Tal vez el no era quien me golpeaba, pero sabia que su hermano lo hacia y no hizo nada por ayudarme.

Nos mantenemos en silencio analizando la información, llevamos semanas trabajando en este caso junto con otros, en especial un hacker quien prometió obtener para resultados.

―Aquí― el detective Olivera, compañero de mi tío, arroja una carpeta con la información de un chico frente nosotros― es el quien infiltra las fotos a la red. Fue muy difícil averiguarlo ya que es prácticamente un experto en información gracias a la Universidad en la que esta.

Se abarca en una amplia explicación sobre como lo descubrió con ayuda del hacker de la agencia, mas yo no lo escucho. Yo lo único que veo es el rostro del chico que tiene alrededor de veinte o veinticinco años, este maldito esta arruinando de vidas de personas inocentes, aun peor, de mujeres y niñas.

La familiar sensación de justicia se apodera de mi pecho, detesto con todo mi ser a personas como él. Monstruos disfrazados de personas.

―¿Ya tienes las pruebas necesarias? ― cuestiona a Olivera.

―Se esta procesando todo, mañana a primera hora podemos ir a arrestarlo.

Sin despedirme salgo del lugar, la rabia esta instalada en mis venas burbujeando con fuerza en mi sangre ante tanta mierda que hay en el mundo. Voy a los barrios bajo y hago lo que mi tío tanto odia, cuido de los barrios bajos.

Gasto varias horas de la madrugada haciendo eso hasta que mi tío me envía un mensaje con imágenes adjuntas ya que soy el que se esta encargando de el papeleo de este caso. Estoy tratando de comunicarme con cada una de las chicas para ver si necesitas apoyo psicológico después de esto y también para hacerles saber que ya están a salvo.

Guillermo: ¡El muy cabrón subió fotos de una chica hace unos minutos, no sabe lo que le espera en unas horas!

Yo: Comiencen a bajar de internet las fotos. Ya.

Respondo antes de abrir las fotos que envío para mandarlas a mi ordenador, pero el aire se me va de los pulmones al reconocer el rostro de la chica.

Su cabello rojo este suelto enmarcando su rostro de pómulos altos y labios carnosos. Esos ojos que tanto adoraba brillan con intensidad con intimidad, delatando la confianza que ella le dio para sacar esa foto, lo cual me asegura que fue traicionada.

Mi corazón prácticamente se detuvo en mi pecho, guardo el celular con demasiada calma a la vez que me subo a mi coche y conduzco hacia la universidad.

Saco de mi maletero la hoja con la información que me traje del despacho de mi tío. Le mandó un mensaje fingiendo ser un maestro que necesita su ayuda y le pide llegar temprano.

Lo espero entre las sombras del salón C-103 sin detenerme a pensar las cosas, mi cerebro esta mandando las ordenes y yo las ejecuto sin raciocinio. En cuanto Esteban entra al salón, cierra la puerta, enciende las luces y ve mi sombra cernida sobre él.

―¿Qué demonios...

― Se acabaron tus días de joder gente― es lo único que digo antes de entrar mi navaja en su cuello en un rápido movimiento.

La sangre me salpica el rostro, pero lo ignoro. Miro el cuerpo inerte sin vida a mis pies y aunque la culpa debería golpearme porque es el primer hombre que mato con mis propias manos, no me inmuto.

Tomo mi mochila, limpio todo lo que toque, me quito la sangre del rostro, cambio mi camisa y salgo por la ventana. Apresurándome calles abajo hacia donde deje mi carro. Pero escucho como un carro toca la bocina con frenesí y veo a la mujer distraída que no se da cuenta.

La reconozco, veo que ya es toda una mujer, la mas bella del mundo y me apresuro a tomarla en mis brazos alejándola de el peligro. Sus ojos evalúan mi pecho y después mi rostro. Mi corazón que había estado tan calmado reaviva, pero al ver su mirada recuerdo que ella no me recuerda.

El dolor, la decepción y la tristeza que había sentido a los diecinueve años, cuando la busque. La dejo en la banqueta y me alejo aun cuando mis manos pican por sentirla.

Tanto sentimiento encontrado me abruma. Voy a mi casa, tomo una ducha y como algo hasta que mi tío me llama diciéndome que nuestros planes fueron arruinados porque Esteban apareció muerto en su salón de clase, pero eso no es lo que llama mi atención, sino lo que dice después.

―Una chica pelirroja lo encontró, yo creo que es la culpable porque no debía estar aquí...

―Voy para allá.

Aseguro sabiendo a la perfección de quien habla, sin embargo, cuando llego y la veo aterrorizada en una esquina un gruñido sale de lo profundo de mi garganta.

La necesidad que surge de mi pecho es insana y me molesta, la miro con odio por no poder hacerlo, por que me olvido.

Mi cabeza da vueltas.

Mis sienes palpitan.

Me duele la mandíbula de tanto que la aprieto.

Pero, sobre todo, mi pecho arde, se incinera reconociendo su presencia, mi corazón la reconoce como la única dueña que ha tenido y esta tan resentido con ella.

Intento apresurar las cosas para no estar a su lado ni un solo segundo más, pero no sé a quién trato de engañar, dudo poder alejarme de ella una vez más. Prefiero odiar su presencia de cercas que no saber nada de ella.

Su mirada no para de buscar la mía, todo su cuerpo me llama, aunque ella no lo sabe y mi autocontrol esta a tres putos segundo de explotar.

Tear of my bloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora