Un juego caliente, confesiones y recuerdos dolorosos

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Cinco días he vivido con Savior, pero parece que no vivo con nadie ya que solo lo veo cuando llega en las noches después de salvar a personas, atrapar criminales o cosas por el estilo que salen al día siguiente en las noticias.

Su mal humos es palpable en el aire como si algo le atormentara la cabeza así que no me le acerco. Me dedico a ir a la escuela, regresar a las seis de la tarde, leer, cenar y dormir actuando como si no pasara nada malo en mi vida actualmente.

Deje el trabajo de noche en la tienda de autoservicios por petición de él ya que según sus palabras era un blanco muy fácil ahí.

Trate de darle mis ahorros, pero se ofendió bastante diciéndome que nadie me está cobrando nada.

Paso por su habitación que tiene la puerta entreabierta y volteo para ver si se encuentra ahí ya que quiero preguntarle algo, pero lo encuentro sin camisa haciendo lagartijas en el piso.

Mis ojos se desplazan por la piel blanca de su espalda brillante por el sudor y no debería estar mirando, pero me es imposible apartar la mirada. Sus músculos tensionados por el esfuerzo me excitan a sobre manera. Podemos ser muy diferentes y pelear a cada nada, pero eso no quita el hecho de que lo desee convirtiéndolo en un deseo culposo.

Aferro mi mano en el pomo de la puerta abriéndola.

─ ¿Sabes quién te está amenazando? ─ inquiero mirándolo a los ojos para no distraerme o más bien seguir comiéndolo con la mirada, sin embargo, no sirve de nada porque la manera en que sus cejas espesas se fruncen y sus ojos negros me buscan desconcertados me gusta.

─Claro, por eso sigue respirando y nosotros alertas ─ responde sarcástico poniéndose de pie dejando a la vista su abdomen marcado que me hace desear lamerlo.

─Puedes saber quién es y no poder atacarlo porque está protegido, así como nosotros o...

─No lo sé─ me interrumpe─ pero en cuanto lo haga va a pagar caro ese rasponcito que tienes en la frente ─ lo miro curiosa.

─Note cuanto te desconcertó verme herida y si quieres hacerlo pagar es porque quieres venganza.

─Quiero justicia─ corrige─ me molesta que lastimen inocentes ─ se posa frente a mi ─ no creas que me importas─ susurra.

─Ni tu a mi ─ alzo la barbilla dejando nuestros rostros a poca distancia─ no me importan los prepotentes, imbéciles, justicieros que me meten en embrollos ─ una sonrisa ladina aparece en su rostro.

─No te gusta, pero si te ponen─ murmura egocéntrico bajando la vista a mis pechos en donde se notan los botones rosados erectos a través de el brasier delgado y blusa.

─Ya quisieras─ lo empujo avergonzada y él aprovecha eso sujetándome las muñecas acercándome a su cuerpo.

─Avísale a tu cuerpo que me detestas─ susurra en mi oído antes de soltarme y darse la vuelta. Toma su camisa pasándola por su cabeza para ponérsela.

─Y me vas a decir que yo a ti no te pongo ─ le devuelvo las palabras.

─No me van las chicas desquiciadas, tercas y con neurosis.

─Ah ¿No? ─ esta vez soy yo la que se acerca empujándolo a la mala obligándolo a sentarse. Me mira tenso y lo hace a un más cuando me siento a horcajadas sobre él ─ ¿Ni un poquito? ─ inquiero con voz berrinchuda sobre la tela en sus labios.

─Quítate─ ordena serio tomándome de la cintura para apartarme, pero me froto sobre él dejándolo quieto.

─Podemos odiarnos Savior─ muerdo mi labio inferior para callar un gemido cuando siento como su miembro crece debajo de mi─ pero eso no quita el hecho de que nos deseemos. Noto como su mirada se torna mas oscura presa de las ganas.

Tear of my bloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora