Demuéstrame amor | Pedri González

1: Cómo conocí al chico que casi me deja sin vida

Holaaa, antes de nada quiero avisar de que esta historia la he calificado como "madura" porque contiene temas delicados y escenas explícitas. Quiero recordar que todo es ficticio y en ningún momento trato de sexualizar ni ofender a nadie, por favor entendedme. <3

Ahora si, disfrutad de la historia.
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Ona.

—¿Quién ha tenido la maravillosa idea de no coger un taxi desde el aeropuerto al apartamento y tener que ir andando una hora?

Me reí mientras escuchaba las quejas de mi amiga Judith detrás mía. La verdad que si que se estaba haciendo duro, sobretodo por el calor que hacía y porque cada una llevaba una maleta y una mochila consigo.

—Venga va tía deja de quejarte que no es para tanto —mi otra amiga Selena le animo a Judith.

—Lo dices porque vosotras sois firtness, ¡yo llevo cuatro meses sin ir al gimnasio! —gritó.

La gente que estaba en la calle puso más atención en nosotras, si eso era posible, porque con el ruido que hacíamos con las maletas todo el mundo nos estaba mirando.

—Vale, venga vamos a parar aquí que hay sombra. Hace demasiado calor —dije yo sentándome en un banco de madera a un lado de la calle.

—Gracias Ona, por fin alguien hace algo por mí —Judith se sentó a mi lado en el banco y más tarde Selena ocupó el espacio libre que quedaba.

—¿Tú estás segura de que estamos yendo en la dirección correcta? —le pregunté a Selena.

—Si, pesadas. Nos quedan treinta minutos pero aquí las vagas han decidido quedarse en un banco en medio de la nada.

—¿Cómo que en medio de la nada? Pues hay más gente aquí que en todo mi barrio —Selena rodó los ojos ante mi respuesta.

—Podríamos haber ido a Mallorca o a Ibiza que es normalmente donde va todo el mundo en fin de curso. Pero no, hemos decidido ir a una ciudad que tiene las calles más empinadas que el Everest.

—Pero si esto es precioso Judith, ¿qué dices? —Selena le miró—. Yo vine de pequeña con mis padres y todavía me acuerdo así que imagínate.

—Además, ¿para que tenemos que ir a Mallorca? Qué agobio —dije yo.

—Pues igual que las ramblas de Barcelona en agosto ¿que te piensas? —ambas reímos ante el comentario de Judith.

Apoyé mi cabeza en el banco de madera y miré hacia un lado sintiendo la suave brisa que chocaba contra mi cara. Si, hacía mucho calor pero por suerte también hacía un poco de aire.

—¿Por qué hay tanta gente ahí? —la voz de Judith volvió a inundar mis tímpanos.

Me giré en el dirección que ella estaba mirando y fruncí el ceño. Había un cúmulo de gente no muy grande pero si notable que rodeaban un coche.

—¿Me ves con cara de adivina? —le preguntó Selena.

—Igual ha habido un accidente... —intervine.

—¿Vamos a ver qué pasa?

—Ni de coña, además, ¿tú no estabas tan cansada? —le contestó cortante Selena a Judith.

—¿Ona, me acompañas? —la rubia me miró ahora a mi.

—¿Para qué quieres ir?

—Para saber qué pasa, la curiosidad me puede.

—Si, y también dicen que la curiosidad mato al gato así que ten cuidado —le dije y ella rió.

—Venga vamos. Y tú Selena quédate cuidando de las maletas.