46: Unas horas...

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Ona.

Sentía el calor en mis mejillas, estaban ardiendo al igual que todo mi cuerpo. Mi respiración acelerada y mi cuerpo con una mínima capa de sudor. Mi novio a mi lado estaba igual que yo, solo se oían nuestras respiraciones en la habitación después de haber tenido uno de los mejores polvos de nuestras vidas después de bastante tiempo.

—Feliz navidad, Pedri —fue lo primero que se me ocurrió decir para romper el hielo.

Escuché una carcajada larga de su parte y le miré con una sonrisa.

—¿De qué te ríes? —le pregunté. Su risa me estaba contagiando.

—Me parece increíble que después de tremenda follada digas eso. Yo no puedo casi ni hablar.

—Bueno, sigo teniendo espíritu navideño.

—Eres la chica más rara e increíble que he conocido en mi vida —siguió riéndose mirando al techo totalmente desnudo al igual que yo.

—Gracias —sonreí.

Él se acercó a abrazarme con una sonrisa enorme en su cara. Comenzó a darme besos en el hombro con suavidad.

—¿Quieres una segunda ronda? —le pregunté.

—Estoy agotado —murmuró mirándome.

—Pero si eres deportista, deberías tener resistencia —fruncí el ceño sonriente.

—Una cosa es tener resistencia y otra cosa es agotamiento sexual. Mi polla se ha vaciado del todo y ya no puedo echar nada más.

—¡Pedri! —le pegue en el hombro—, ¡No digas eso!

—Es verdad —rio.

—Pero eres muy bruto, intenta decirlo con más delicadeza.

—Vale. Mi aparato sexual masculino se ha quedado sin espermatozoides y...

—¡Pedri! —volví a gritar riéndome y tirándome encima de él.

—Me encantas —me dijo mirándome con una sonrisa cuando yo estaba encima suya.

Le besé en los labios y el me siguió el beso poniendo sus manos en mi cintura. Sonreí porque me estaba haciendo algunas cosquillas.

—¿Qué hora es? —le pregunté separándome.

—La una de la mañana —dijo mirando su móvil en la mesita—,¿quieres que nos durmamos ya?

Asentí y él me dio un suave beso en la frente. Luego se levantó de la cama totalmente desnudo y suspiré.

—Oye Pedri —le llamé y él se giró a mirarme—, que me ha encantado lo que has hecho con el helado —confesé con una sonrisa mientras él entraba al baño.

—¡Te lo dije! —le escuché reír.

Mientras él estaba en el baño, yo aproveché para ponerme mi ropa interior. No me había traído pijama así que le robe una camiseta a mi novio y me metí dentro de las sábanas. Cogí mi móvil para enviarle un mensaje a mi madre.

Mamá❤️

Feliz navidaaaad mamá, ¿qué tal todo?

No esperé a que me contestara y dejé el móvil en la mesita de noche de la habitación de Pedri. Me acurruqué en la cama y esperé a que él saliese. Lo hizo unos segundos después.

—¿Tus padres y tu hermano no vienen a dormir aquí? —le pregunté.

—No, hoy se quedan en casa de mis tíos aquí en Barcelona. ¿Los tuyos están en tu casa?

Demuéstrame amor | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora