44: Miedo a caer de nuevo

11.6K 578 105
                                    

Ona.

Pulsé el número 12 en la máquina expendedora para que me preparase el chocolate caliente que había pedido. Metí un euro por la rejilla y suspiré apoyando mi cabeza en la máquina cansada. Cuando mi bebida ya estaba preparada, me senté en uno de los asientos que habían en la sala de estar del hospital.

Di un sorbo a mi chocolate caliente mientras veía como pasaba la gente por los pasillos. Estaba sola allí en el hospital ya que mis padres tenían que trabajar y Pedri se había ido a entrenar. Mi madre me había dicho que no era necesario que fuese ya que el horario de visita para ver a mi hermano era muy reducido. Pero aún así yo necesitaba estar ahí al otro lado de la pared en el que estaba él y por si acaso los médicos dijeran algo.

Ya hacía más o menos tres semanas desde que ingresaron a Joel en el hospital. Seguía en la UCI ya que su caso era grave según habían dicho los médicos y no se podían despistar ni un segundo.

Me levanté a tirar el vaso de cartón en el que me había bebido el chocolate y decidí pasearme un poco por los pasillos. Cada vez me daba mas cuenta lo mal que se pasaba en el hospital, era una vida de pesadilla. Y se me encogía el corazón al ver a las personas enfermas, es algo que no se merece ningún ser humano.

Mi móvil sonó justo cuando estaba volviendo a donde estaba antes. Era Pedri.

—Hola Pedri —le dije.

—Hola amor, ¿estás en el hospital? —me preguntó.

—Si, me he quedado aquí toda la mañana.

—¿Sola?

—Ahora estoy sola pero antes han venido algunos amigos de mi hermano para visitarle, no me he aburrido tanto, tranquilo —sonreí.

—Vale, de todas formas yo voy a ir para allá ahora que acabo de salir de entrenar.

—No hace falta que vengas sino quieres, Pedri. Podemos quedar esta tarde...

—Ya voy para allá, adiós —colgó.

Yo rodé los ojos sonriendo. Durante este último mes tan duro para mí y para mi familia, Pedri había estado ahí a mi lado ayudándome en todo. Aunque yo no tuviese ganas de hacer nada, ni de ir a ningún sitio a comer ni de ir a pasear, él estaba ahí siempre. Y aunque no se lo dijese últimamente, le amaba.

Escuché unas voces conocidas a lo largo del pasillo, me giré para ver quien era y me llevé una sorpresa. Primero vi a mi novio el cual estaba hablando con Gavi mientras venían hacia donde estaba yo sentada. Pero luego observé que también habían dos chicas. Una de ellas era Luna y la otra no tenía ni idea.

Mi novio se acercó a mí sonriendo y me abrazó por los hombros. Yo le devolví el abrazo a mi novio por la espalda. Pedri me dio un corto beso en los labios.

—¿Qué tal? ¿Hay noticias? —me preguntó.

—No, no han dicho nada. Sigue igual —suspiré. Pedri me acarició la mejilla y luego depositó un beso en ella.

La siguiente que me abrazó fue Luna. Que me abrazó con muchas ansias, a ella no la había visto desde hace bastante tiempo. Cuando se separó me miró con una sonrisa.

—¿Qué tal estás? —me preguntó—. Siento muchísimo lo de tu hermano, Ona. De verdad que si necesitas algo, estoy aquí para todo.

Estaba ya harta de escuchar esas palabras porque no sé cuántas veces me las habían dicho desde que estaba ahí. Aún así sonreí, Luna era una de las mejores personas que había conocido ese año.

—Gracias —le dije.

—Bueno ya eh, que yo también quiero abrazar a mi cuñada —le dijo Gavi y se acercó para abrazarme también con ansias.

Demuéstrame amor | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora