Epílogo: Deja Vu

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Ona.

Alguien me dio un susto por la espalda justo dos minutos después de que me sentase en el palco de La Cartuja. Me giré sobresaltada después de pegar un pequeño grito y vi a Fer riéndose como loco.

—Dios mío, poco más y me da un infarto. ¿Puedes parar de darme esos sustos tan a menudo?

—Es que te juro que es muy gracioso ver como te asustas por esas cosas —se sentó a mi lado, yo rodé los ojos—. ¿Quieres pipas? Las he comprado abajo.

—Si, gracias —alargué mi mano para coger unas pocas pero en seguida alejó la bolsa dejándome como tonta—, qué tonto eres, no te vuelvo a decir nunca más que si.

—Que era broma, venga va, coge las que quieras —me ofreció de nuevo el paquete riendo, yo negué con la cabeza mirando mal a mi cuñado—. Ona, que era broma —se volvió a reír.

—¿Qué son todas estas risas? —escuchamos la voz de Rosy viniendo con dos refrescos en su mano. Fernando, el padre de mi novio también venía por detrás.

—Ona no sabe aguantar bromas, mamá —le dijo Fer a Rosy.

—Deja en paz a mi chica —Rosy le dio una suave colleja a su hijo haciéndome reír—. Ona, te he traído una Coca-Cola por si querías.

—Gracias Rosy —le sonreí y ella me dio el vaso con el refresco.

—Esto ya está a punto de empezar, queda un cuarto de hora —dijo el padre de Pedri mirando su reloj.

Era bonito ver el ambiente del estadio y todas las camisetas blaugranas que habían en la mitad de las gradas. En la otra mitad eran todas blancas por los aficionados Del Real Madrid. La música sonaba alta por todo el lugar mientras los jugadores de los equipos calentaban para que empezase la final de la Copa del Rey en nada.

Al mirar hacia el campo, mi mirada inevitablemente buscaba a mi novio y no se despegaba de él. En ese momento estaba pasándose la pelota con Araujo y minutos más tarde les llamaron para que entrasen de nuevo a los pasillos del vestuario ya que iba a empezar el partido en pocos minutos.

A Pedri no le había visto desde hacía cinco días así que no había podido hablar con él en persona ni desearle suerte besándole porque tuvieron que irse con antelación a Sevilla para así prepararse. Pero esa misma mañana había hablado con él por videollamada y me alegraba saber que no estaba tan nervioso como creía. Así mejor.

—¿Has hablado con Pedri en persona? —le pregunté a Fer mientras comía de sus pipas.

—Si, nos han dejado verle un rato esta mañana. ¿A ti no?

—He llegado muy justa, casi a la hora de comer porque mi tren se ha retrasado. Pero he hablado con él por videollamada.

—Pues mi hermano tenía ganas de verte ¿a que si mamá?

—¿Qué pasa? —Rosy se giró a escuchar nuestra conversación.

—¿A que Pedri tenía ganas de ver a Ona?

—uU, si yo te contara cariño —me dijo mi suegra y yo solté una carcajada—. Mi hijo está muy enamorado de ti.

—Yo también de él —contesté con una sonrisa.

—Y yo de vosotros dos, estoy deseando que llegue ya la boda y que me hagáis abuela.

—Mamá, por favor no digas tonterías —Fer rió mirando a su madre.

—Bueno, algún día tendrá que crecer esta familia, ¿verdad, Ona?

—En algún futuro pero de momento yo soy muy joven para ser madre, Rosy —reí.

Demuéstrame amor | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora