Demuéstrame amor | Pedri González

10: No significó nada

Pedri.

—Pedri deja de marear ya niño y deja a tu madre trabajar tranquila —mi abuela me pegó con un trapo.

Yo reí mirándolas mientras me sentaba en uno de los bancos de dentro de la cocina.

—Pero si no estoy haciendo nada.

—Pues ese es el problema que estás aquí sin hacer nada cuando deberías ayudarme —mi madre me miró con una mueca.

—Pero si no sé cocinar cómo quieres que te ayude. Puedo llegar a quemar el restaurante.

—Mira hijo mío, mejor sal de aquí y ves a ayudar a tu hermano y tu padre en la barra.

—Si voy a ayudar a papá y a Fer puede que la gente se vuelva loca pidiéndome fotos —sonreí.

Hoy había decidido venir al restaurante de mis padres porque quería ayudarles un poco. Nunca lo hacía porque normalmente la gente cuando me veía allí estaba más pendiente de mí que de comerse sus platos y disfrutar la comida. Pero hoy que no tenía nada que hacer y me quería animar un poco decidí ir, pero salió mal porque me di cuenta que lo mío no es la hostelería y nunca lo había sido.

Mi abuela, que tambien trabajaba de cocinera, y mi madre acababan hartas de mí porque como no sabía cocinar pues me paseaba por ahí intentando aprender pero al final acababa siempre preguntando tantas cosas estúpidas que les desesperaba.

Los tres nos giramos a ver hacia la puerta de la cocina cuando la escuchamos abrirse. Fer acababa de entrar en la cocina un poco raro. Y de repente me miró.

—Pedri, hay alguien que te busca fuera —me dijo y mi madre y mi abuela me miraron.

—¿Un fan? —le pregunté.

—No sé —se acercó un poco a mí—. Es una de las chicas que el otro día llevamos a su apartamento.

—¿Ona? —pregunté sorprendido y casi sin creérmelo.

—¿Cómo? —mi abuela preguntó confundida—. ¿Quién es esa chica?

—No sé si es Ona porque no sé cómo se llama pero tiene el pelo castaño largo y tiene un pequeño lunar en la frente —me respondió mi hermano. Efectivamente era Ona.

—¿Qué hace aquí? —volví a cuestionarle.

—Me ha dicho que quiere hablar contigo. Parecía seria así que igual es importante. Entiéndeme, no le podía decir que no.

—Vale ahora salgo, espera. Díselo.

Fer asintió y volvió a salir de la cocina. Yo me arreglé un poco el pelo y me planché con las manos la camiseta y los pantalones antes de salir.

—Eso cielo, ponte guapo que tú madre y yo queremos que nos presentes a la chica afortunada —mi abuela se empezó a reír con mi madre.

—¿Qué dices abuela? Es solo una... —dudé—. Una chica que conocí hace poco.

—¿Y por qué viene aquí a hablar contigo? ¿No te puede llamar?

—Me he dejado el móvil en casa sin batería, supongo que será por eso —me alcé de hombros y salí de la cocina.

La vi sentada en un taburete al lado de la barra. Estaba mirando pensativa a su vaso y movía un poco sus dedos como si estuviera nerviosa. Igualmente me acerqué allí y me puse delante de ella.

—Ona... —le dije en un murmuro, ella levantó la cabeza y se tomó unos segundos para mirarme.

—Pedri —dijo en forma de saludo.