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A la mañana siguiente, desayunaron e hicieron una parada antes de irse a su próximo destino. El camino fue tranquilo y a pesar de que estarían más alejados de la sociedad, eso no desanimó a Mikasa. Aunque significará pasar las veinticuatro horas con Eren y nadie más.

Se preguntó si acaso alguien habrá criticado el que se encuentren a las afueras de Shiganshina. Casi como personas aisladas.
Mikasa no se siente así por supuesto, su única queja fue que él no estuvo ahí. Eren le dijo que podía hacer lo que quisiera y ella le tomó la palabra. Pero a veces no solo se trata de salir y realizar actividades, si no, de estar con ese alguien. La persona con quien compartirás ese tiempo.

No la mal entiendan, Historia fue de gran compañía. Pero ella tenía cosas que hacer, tareas en casa y a Mikasa no le gustaba distraerla tanto.
Eren, en cambio, es su esposo. Su deber es estar con ella, hacerse compañía mutuamente, platicar y aunque fueron breves sus encuentros, Mikasa descubrió que él es interesante.

Su plática en Marley le abrió la mente hacia Eren y todas las perspectivas que tenía sobre su persona. Las charlas durante la cena eran mejor, cortas pero precisas para ella. Pueden ser buenos amigos después de todo.

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Eren tenía razón. La cabaña es preciosa, le sorprende que nadie más haya copiado la idea. Solo la ha visto por fuera pero le da una sensación acogedora, sus alrededores también lo son. Él le dió instrucciones al cochero sobre regresar mañana por la tarde, por si es que ellos ya se quieren volver.

Llevaron consigo equipaje ligero, están en un campo y Eren le dijo que no serían necesarios sus vestidos del diario. Así que, a pesar de que Mikasa dijo que no aceptaría más vestidos, esta fue la excepción puesto que él una vez más, tuvo razón.
Vestidos sencillos pero igual de bonitos que los que dejó en casa. La única diferencia es la tela, está es más delgada, lo cual le permitirá no sentir mucho calor y moverse con más libertad.

Al entrar, su imaginación no la decepcionó. Mikasa pudo entender perfectamente porque Carla viene aquí de vez en cuando. La cabaña cuenta con tres habitaciones, ellos dormirán en la principal. El lugar no es muy grande a comparación de su casa, pero sigue siendo muy amplio, le da un aspecto más tranquilo.

Lo primero que Eren hizo fue darle un pequeño paseo por toda la cabaña, contándole algunos detalles o cosas de su infancia que solo se guardan entre los Jaegers. Después, decidieron que irían a pasar el rato en el arroyo. Mikasa se tomó la libertad de preparar unos bocadillos por si les daba hambre, los guardó en una canasta junto con una manta. Sabía que no era necesario, la cabaña esta a unos cuantos pasos, podían entrar a comer en cualquier momento pero pensó que escurrirían agua y no quería ensuciar el lugar.

Hacía calor, el sol estaba haciendo muy bien su trabajo. Tenían sombra gracias a un gran árbol, ahí Mikasa colocó la manta sobre el pasto para sentarse un rato y admirar la vista. Árboles, flores, arbustos, el cielo y las nubes.

Una muy hermosa vista.

—¿Te gusta? —le preguntó Eren, quien se encontraba a un lado del arroyo.

Él se agachó para tocar el agua con su mano.

—Está rica, podremos entrar sin problemas —observó.

Mikasa se sentó sobre la manta doblando levemente sus piernas hacia un lado. Eren traía una camisa larga color blanco, algo arrugada, parecía una prenda para dormir. Los botones del pecho estaban desabotonados, de igual forma ella no prestó mucha atención a ese detalle. Sus pantalones color cafe le daban un aire más relajado.

A pesar de que la ropa de Mikasa es más ligera, no estaba segura de que pudiera entrar al agua con ella. Aunque sería una lástima teniendo el arroyo tan cerca, solo para ella ( y Eren), y no entrar. Estaba la opción de solo ingresar con su ropa interior, no hay nadie más cerca, nadie salvo Eren y él ya se ha tomado la atribución de verla así.

Este es el porque no podemos tener cosas lindasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora