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Casi una semana después del incidente, Mikasa ya no tenía marcas en su cuello. No es como si realmente le importara mucho, pero si se iba a ir de viaje para olvidar un poco y relajarse para conocer el mundo, tenía que hacerlo bien.

Pieck y Colt se fueron como había dicho ese mismo día. Su madre fue a verla un día después para contarle que sucedió con ellos. La herida en la frente de su hermana recibió unas puntadas y probablemente le dejaría una cicatriz.

—Otra razón para que me odie y no me olvide —dijo Mikasa.

—No me gusta escucharte decir eso —la voz de su madre fue triste.

—Es la verdad, ella misma me lo dijo y cito: "Ni siquiera quería una hermana".

Se arrepintió de haberlo dicho, pues su madre bajo la cabeza y por el movimiento de sus hombros dedujo que estaba llorando. Esa misma pose que Pieck hizo aquel día.

—Lo siento Mikasa.

—Es la segunda vez que me lo dices referente a este tema, te repito que no tienes nada que ver con las decisiones que Pieck escogió.

—¡Es que no se en que momento comenzó a formar esos sentimientos! —las manos de Akiho cubrieron su rostro.

Mikasa habría sido desconsiderada si respondía en voz alta con un "desde el día uno", así que decidió guardárselo.

—Tu padre estaría tan triste y decepcionado. La hija que tanto esperamos con alegría y devoción hizo de todo para acabar con nuestra hija menor —Akiho levantó el rostro, dejando ver sus ojos rojos por el llanto.

Ella no supo que contestar ante eso.

—Mikasa, hice mi único trabajo mal.

—Basta madre —estaba en blanco, pero no podía seguir dejando que su madre hablara así de si misma—. ¿No te da consuelo saber que yo no tengo esos instintos?

Casi se mordió la lengua, tal vez un comentario como el que soltó, que pudo ser gracioso para ella, para su madre no lo sería tanto.
Lo estaba esperando, la reacción de Akiho que dijera algo como "¿¡Cómo dices esas cosas Mikasa!?"
Su madre se quedó seria por unos segundos antes de soltar una fuerte risa. Le pareció extraño, no recordó la última vez que la vio reír así.

—¿Te encuentras bien? —se atrevió a preguntarle Mikasa.

—Tienes razón —dijo Akiho aún entre risas—. No hice nada mal porque tú —se acercó para sostener su rostro entre las manos—, aún con tus absurdos comentarios que a veces no dan risa alguna, eres buena. Nunca has querido desaparecer a nadie a pesar de todo lo que te pasó. Fuiste fuerte y seguiste a delante, te di un leve empujón, claro pero quizás aún sin mi ayuda lo hubieras conseguido sola. Te habría tomado más tiempo, pero lo conseguirías.

Akiho se secó sus lágrimas de manera elegante, no perdiendo la gracia que siempre la ha caracterizado.

—Perdóname. Lo único que se me ocurrió en ese momento fue casarte, tal vez si hubiera estado más tiempo contigo o mandarte con el tío Levi...

Mikasa negó rotundamente.

—Me hubiera aventado por el segundo piso de irme con el tío Levi —dijo Mikasa con una pequeña sonrisa—. Lo quiero pero todos sabemos que su casa está de locos. Creo que hiciste lo que mejor estaba a tu alcance, te lo dije esa vez, lograste el cometido. Eren es muy bueno, madre, lo amo y espero pasar el resto de mis días a su lado.

Su madre sonrió.

—Eso es música para mis oídos.

—Estoy tan contenta de que hayas mando al tío Levi aquel día —le confesó Mikasa—. Si eso no hubiera pasado, me habría ido ¿nunca te preguntaste qué hacía ahí con él?

Este es el porque no podemos tener cosas lindasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora