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No la recibió un sol cegador, ni un clima cálido como el de ayer.
Mikasa se encontraba en la cama del cuarto principal. Lo primero que notó, aparte de que afuera estaba lloviendo, fue que no traía ropa. Eren debió acostarla así en la cama, lo último que recuerda es que se durmió en sus brazos. Su cara enrojeció por la vergüenza.

Las nubes eran grises y la lluvia tranquila, solo ligeras gotas cayendo. Lo bueno es que no es una tormenta.

Estaba a punto de vestirse cuando un pequeño dolor en su espalda la distrajo. Tal vez se debía a que ayer se quedó todo el día con el corsé mojado, lo cual hacía que pesara más. No quería usarlo hoy, quería descansar de ello. Mikasa se preguntó si es que a Eren le importaría.

Su vista fue a sus pechos. No han recuperado su tamaño después de que perdió peso, no deberían llamar mucho la atención bajo la tela.

Debió saber que estaba equivocada.

Entro al comedor, Eren estaba colocando unos platos en la mesa con comida, la cocina estaba atrás de esta, así que moverse no fue tan difícil.

Ella saludó cortésmente y él hizo lo mismo, la vio a los ojos y segundos después se percató de la ausencia del corsé. Eren no detuvo mucho sus ojos ahí, fue un movimiento rápido. Desvió la mirada y su rostro cambió drásticamente. Mikasa se encogió en su lugar. No pensó que le fuera a molestar, trató de cubrirse pero no había nada que pudiera hacer.

—Yo, eh. Lo siento, me duele la espalda así que decidí no usar el corsé por un rato —se explicó.

Eren le estaba dando la espalda, fingiendo estar haciendo algo en la cocina.

—Está bien, no te preocupes.

Mikasa miró hacia sus pechos solo por una fracción de segundo ¿se vería mal si se cruzaba de brazos para que no estuviera tan expuesta?
Él la ha visto desnuda, aunque sea de reojo. Se tomó la libertad de vestirla y viceversa, no puede creer que esté ofendido ahora.

O quizás es que no le gustó lo que vio por completo.

Esa idea fue peor, pero tenía mucho sentido. No fue mucho tiempo el que Eren la observó, aún así, pudo haber hecho sus comparaciones. Darse cuenta que aquello no era de su gusto.
Él es un hombre y a pesar de que Carla lo crió de forma distinta, sigue teniendo sus debilidades y deseos como mencionaron aquellas señoras en el café. Probablemente estuvo con alguien con un cuerpo más bonito y no tan delgado.

Bueno, esto era lo mejor que Mikasa podía ofrecer.

Le hizo preguntarse qué clase de mujeres son su tipo. Luego quizo darse un coscorrón en la cabeza porque se le olvidó que Pieck era la respuesta.

Ya estaban sentados en la mesa, desayunando cuando Eren mencionó el clima.

—Hay un par de libros en la sala, pintura en el cuarto principal y algunos rompecabezas en el mío. Podemos hacer algo de ello hoy, ya que el clima no nos dejará salir —explicó él—. Mi madre creo que también tiene algunas cosas para bordar.

Todas las ideas le gustaron, podría hacer un poco de cada una. Mikasa asintió para después dar un bocado a su comida. La verdad es que no estaba mal, Eren es realmente bueno en la cocina. No se lo hizo saber así que solamente hizo un comentario sobre lo rico que estaba todo a lo cual él sonrió.

-

Se quedaron frente al hogar mientras leían un rato. Mikasa estaba extendida en un pequeño sofá y Eren en el suelo en la esquina de la sala, él insistió en que el calor se sentía más ligero ahí.
Esto no pasó desapercibido por ella. El día de ayer habían estado tan cerca y desde el desayuno Eren se empeñó en poner distancia entre ellos.
De haber sabido que su acción de no traer corsé iba a causar esto, no lo habría hecho. Le gustó más el Eren de ayer y todos los días anteriores, que el de hoy.

Este es el porque no podemos tener cosas lindasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora