Y ahora es dorado como la luz del día

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—Aún no puedo creer que vayas a desposar a la hermana de Pieck—le dijo Carla Jaeger a su hijo.

Eren estaba sentando en uno de los muebles tocando levemente su ojo, Levi Ackerman sabía dar unos buenos golpes. Todo fue tan rápido, en un momento le estaba diciendo a la señorita Ackerman que le compraría las joyas y en otro estaba aceptando el casarse con ella.

—No es cosa mía, ya te lo expliqué —dijo Eren con un poco de amargura.

Anoche, él se encargó de contarle todo a su madre pero hoy en la mañana parecía que ella no terminaba de asimilar toda la información.

—¿Cómo es que se llama la chica?

—Mikasa.

Eren cerró los ojos al igual que su madre, aún sin creerlo. Hace unas semanas estaba en mente su unión con Pieck, hace unos días se enteró de su traición y ahora resulta que va ser esposo de la hermana de ella. La pobre ha sufrido más que él y no solo lo dedujo por su extrema delgadez. Su rostro, su mirada delató lo mal que estaba.

—Pobre criatura. Apuesto que ha de estar pensando que esto es mucho castigo —Carla miró hacia el suelo.

—Probablemente, yo también lo pensé.

Eren creyó que estar lejos de Pieck era buena opción pero ahora estará unido a ella de cierta manera. Exhaló, no quería preocuparse por eso, aunque por más que intentara no salía de su cabeza.

Serían familia, no como alguna vez lo imagino. Sintió un escalofrío.

—Estaré en el despacho, tengo cosas que hacer —le informó a su madre.

Y ayudo en algo. Nunca había estado tan tranquilo mientras revisaba sus sus finanzas. Escuchó un par de voces del otro lado de la puerta, pudo reconocer una, pero la otra...

—Es urgente que hablemos —esa era Mikasa Ackerman. Entró abruptamente al cuarto y su rostro se veía muy alarmado.

Su ama de llaves estaba molesta y él también lo estaría, lo interrumpió en su momento de paz.

—¿Y bien? —preguntó Eren tratando de no sonar brusco y cansado.

Mikasa le explicó la situación y una posible salida la cual era absurda, aunque ella se fuera de la ciudad eso no libraría a Eren de morir en manos de Levi Ackerman.

—¿Por qué no se defiende de él? —preguntó ella ferozmente.

Era lo más viable, así defendería su honor de que él no estaba haciendo nada con la señorita Ackerman ese día. Pero el resultado sería el mismo, así que eso le comunicó.

—¿Se está resignando? —la cara de Mikasa cambió a una desilusionada.

Era horrible pensar que tu futuro dependía de segundas personas. Eren lo entendía perfectamente pero no podía hacer nada al respecto.

Él la observó atentamente, dejó de lado la fachada triste de ella para darse cuenta de la situación. A pesar de que Mikasa Ackerman era una cosa que aparentaba ser muy frágil por su muy delgada figura, se notaba que ella le daría mucha guerra si se lo proponía. Solo bastaba con haberla escuchado hace unos minutos toda convencida de que su plan funcionaría y cuando se dio cuenta de que no, buscó rápidamente otra solución.

Ella quería su libertad y estaba aferrándose a lo que sea para conseguirla. Fue interesante verla, aunque Eren sabía que no lo conseguiría.

—De todas maneras tenía que casarme —él le dijo—. Sentar cabeza, formar una familia y... se que usted es buena opción.

Este es el porque no podemos tener cosas lindasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora