𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓠𝓾𝓲𝓷𝓬𝓮

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𝓜𝓪𝓵𝓮𝓯𝓲𝓬𝓪𝓮

Steve había conducido lo más rápido que pudo sin pasar del límite de velocidad permitido; podía entender que algo grave o importante estaba pasando con respecto a su amiga, así que esperaba que su madre tuviera las respuesta que ella tanto necesitaba, y que él deseaba entender.

Al estacionar, ambos bajaron a toda prisa del carro para correr a la puerta; Amaris la abrió de manera descuidada, luego de que se le cayera las llaves una vez. Apenas entraron ella gritó el nombre de su madre y escuchó que la llamaba desde la cocina.

— Hola chicos. — Los saludó la señora Bennett con una sonrisa mientras dejaba su taza sobre la mesa. — ¿Cómo están?

— Buenas tardes, señora Bennett.

— Dime Lilian, Steve. — Él asintió a las palabras de la mujer.

— Mamá, algo pasa conmigo. — Musitó Amaris con temor.

— ¿A qué te refieres? — La mayor se preocupó y se colocó de pie para examinarla. — ¿Estás herida?

— No, es algo dentro mío, deja te muestro. — Amaris tomó la mano de su progenitora para mostrarle lo que había hecho.

— Oh... Entiendo, siéntense.

Ambos amigos se miraron entre sí para luego sentarse uno frente al otro, dejando a la mayor en medio de ellos.

— Primero quiero saber si él sabe toda la historia.

— ¿Nuestra historia? — Preguntó su hija, viéndola asentir. — Entonces no.

— ¿Quieres que la sepa?

— Depende de él.

Madre e hija se giraron al chico, el cual se quedó en silencio al no entender a que se referían ellas. Pasó su vista de una a otra, intentando sopesar su decisión hasta que asintió; quería ser un apoyo para Amaris, y si no sabía su historia quizá no lo podría hacer.

— Sí.

— Bueno, el linaje de nuestra familia, mejor dicho de las mujeres de la familia viene de muchos siglos atrás. — Comenzó a explicar la mayor. — Pero se asentaron aquí aproximadamente desde el mil setecientos, luego de escapar de una gran persecución.

— ¿De qué escapaban? — Preguntó Steve con interés.

— Escapaban de la cacería. — Le contestó Amaris mirándolo fijamente. — De la cacería de Salem.

— ¿Pero allí no fue la cacería de brujas?

Amaris y su madre se miraron entre sí, siendo la mayor que le dejara explicar bien la situación a su amigo.

— Nuestra antepasado era una de las brujas que no fue ejecutada por falta de pruebas, por eso decidió escaparse y esconderse en un pequeño pueblo en medio de la nada. — Explicó la chica, esperando que él entendiera.

— ¿Una bruja? ¿Era una bruja? — Ambas mujeres asintieron. — Entonces, si su antepasado era una bruja y ustedes tienen dones especiales, quiere decir...

— ¿Qué somos brujas? — Preguntó Lilian y el chico asintió. — Básicamente, sí.

— Pero no somos como las de las historias o películas, nosotras solo tenemos dones distintos entre nosotras y no hacemos embrujos ni nada por el estilo. — Añadió Amaris a lo que decía su madre.

Steve solo se quedó en silencio procesando lo que acababa de oír. Claramente eso no era lo que se esperaba, pero extrañamente todo tenía sentido ahora que oía esa loca historia. No sabía que decirles, así que simplemente dejó escapar un "vaya".

— No nos crees, ¿verdad? — Murmuró Amaris con tristeza.

— No, no dije eso en ningún momento. — Él se irguió mejor en su lugar para tomar su mano con cariño. — Es loco, claro, pero no dije que no les creo, todo esto tiene sentido.

— ¿En verdad? — Los ojos de la chica brillaron.

— Así es. — Steve le regaló una dulce sonrisa. — Entonces, ¿qué es lo que sucede con Ri?

— Bueno, sinceramente yo no lo sé. — Ambos jóvenes comenzaron a sentirse decaídos pero la mujer siguió hablando. — Pero tu abuela sí.

— ¿Nani? — Amaris se sorprendió al oírla.

— ¿Y no podemos llamarla?

— Nani murió hace años. — Le explicó la castaña a su amigo.

— Oh...— Steve se sintió mal por meter la pata.

— Pero desde que naciste, ella supo que tú eras especial, más que cualquiera de nosotras. — Le explico su madre mientras tomaba su mano libre. — Decía que tendrías un gran poder dentro tuyo, que podría presentirlo, incluso tu prima lo hizo, quizá sea eso.

Amaris soltó a su madre y amigo para mirarse sus manos, ¿acaso ella tenía algo mayor en su interior? ¿Cómo era posible?

Era realmente sorprendente si era así, le interesaba que podía hacer pero sobre todo... Sobre todo se preguntaba porque ahora mostraba señales de ello, porque justo ahora y no antes para ayudar a sus amigos con el tema del Upside Down.

— Cariño, debes saber algo antes. — La mujer obtuvo la atención no solo de su hija, sino del muchacho. — Ella también decía que puede ser un gran aliado o un gran enemigo, porque mayor poder significa mayor responsabilidad; ten cuidado con ellos.

— Entiendo. — Susurró ella con timidez. — Intentaré no usarlos o entrenarlos, no sé, pero nadie sabrá de ellos, ni yo lo entiendo aun.

— Está bien.

Amaris saludó a su madre, excusándose de que ella y su amigo debían seguir buscando empleo para él. Steve se extrañó de aquella reacción pero no dijo nada, solo se despidió de la mujer para salir corriendo detrás de la chica.

La alcanzó en la acera de su casa.

— ¿Qué haces? ¿Por qué dijiste eso? Sabes que es mentira.

— Debía salir para respirar. — Se excusó comenzando a caminar de un lado al otro, llevando sus manos a su cabeza. — Dios esto no puede estar pasando, si ya antes era un bicho raro ahora puedo ser peligrosa.

Steve solo la seguía con su mirada, oyendo sus murmuros incoherentes y sin saber que hacer o como ayudarla. Él era un simple mortal, nada especial, no sabía que podía decirle para calmarla, entonces comenzó a pensar en alguna forma de ayudar.

Bien, Amaris tenía poderes, y necesitaba a su propio maestro, como un Yoda, ¿pero quién? Ninguno de ellos tenía esas capacidades.

Nadie, excepto una.

Orígenes distintos pero capacidades similares.

Quizá podía ayudar.

Entonces, con decisión, se colocó en frente de ella para tomarla por los hombros.

— Primero quiero que respires hondo, vamos. — Él inspiró con profundidad para que lo imite, viendo como lo hacía, y luego exhaló. — Muy bien, uno más. — Repitieron ese proceso dos veces más y por fin la pudo ver calmada. — Perfecto, ahora vamos.

— ¿A dónde? — Preguntó ella al verlo agarrar su mano y tirar de vuelta al auto.

— Quizá tenga una idea.

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En el próximo capítulo les diré el porqué de estas decisiones...
¿Quieren que lo suba hoy también?

𝓟𝓻𝓮𝓭𝓲𝓬𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼 «𝑺𝒕𝒆𝒗𝒆 𝑯𝒂𝒓𝒓𝒊𝒏𝒈𝒕𝒐𝒏»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora