𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓞𝓬𝓱𝓸

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𝓔𝓵 𝓗𝓮𝓻𝓸𝓮

Ya había anochecido, mientras Lucas vigilaba desde arriba, los demás estaban sentados en la parte de abajo. Amaris observaba como Steve jugaba con el encendedor mientras que Dustin caminaba de un lado para otro.

Aunque en realidad ella no les prestaba genuina atención, ya que estaba sumergida en sus pensamientos; no había tenido ninguna visón aun ese día y le parecía extraño que eso no haya pasado. Por lo general era seguro que tenía una al día, pero no era el caso de ese.

— Entonces, ¿te enfrentaste a uno de estos? — Preguntó Max haciendo que los dos adolescentes la miraran, siendo Steve el que asintiera en afirmación. — ¿Y estás totalmente seguro de que no era un oso?

— Mierda, no seas idiota, no era un oso. —Exclamó Dustin con molestia.

— ¡Dustin no le hables así! — Regañó Amaris mirándolo con el ceño fruncido.

— ¿Por qué estás aquí si no nos crees? — Siguió diciendo el niño, ignorando a la chica. — Vete a tu casa.

— Dustin Henderson...— Comenzó a amenazar la castaña, pero Max la interrumpió.

— Que mal humor. — Le respondió mientras se ponía de pie. — ¿Acaso pasó tu hora de dormir?

Amaris le sorprendió su actitud y sonrió en seguida, viéndola subir para ir con Lucas.

— Muy bien, muéstrale que no te importa. — Inquirió Steve con orgullo, ganándose una mirada acusatoria de la chica.

— No me importa. — El tono con el que Dustin habló preocupo a su niñera.

Steve simplemente le guiñó un ojo, pero Amaris le pegó en el brazo, no era el momento para jugar al hermano mayor galán.

— ¿Por qué me guiñas el ojo, Steve? Basta.

Los dos lo vieron alejarse para sentarse en la otra punta. Amaris simplemente suspiró pasando sus manos por el rostro.

— Eres bruto. — Le dijo a su acompañante en un susurro.

— ¿Y ahora qué hice?

— ¿No ves que es obvio? — Señaló pero él negó. — A Dustin le gusta Max.

— Sí, eso lo sé. — Steve frunció su ceño. — ¿Cuál es el problema?

— Que a Lucas también, y claramente Max ya eligió.

— ¿Eh? — Él se quedó en silencio analizando todo, hasta que abrió sus ojos de la impresión. — Oh...

— Sí, oh.

— Mierda.

Ambos apoyaron su cabeza en la pared detrás de ellos de manera sincronizada. Unos minutos después todos escucharon un rugido, haciendo que se colocaran en las rendijas para poder ver hacia afuera.

— ¿Lo ven? — Les preguntó Dustin a sus dos amigos.

— No.

— Ni yo. — Añadió Amaris con una mueca.

— ¡¿Lucas que sucede?!

— ¡Aguarden! — Les respondió el otro niño desde arriba. — ¡Contacto visual! ¡A las diez en punto!

Tres cabezas se giraron en dirección al lugar marcado.

— ¿Qué hace? — Preguntó Dustin viendo al Demogorgon.

— No lo sé.

— Pareciera que no come. — Dijo a modo de observación la castaña.

— Es verdad, no muerde la carnada. — Steve le echó un rápido vistazo a ella para volver al monstruo. — ¿Por qué?

𝓟𝓻𝓮𝓭𝓲𝓬𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼 «𝑺𝒕𝒆𝒗𝒆 𝑯𝒂𝒓𝒓𝒊𝒏𝒈𝒕𝒐𝒏»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora