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Visenya sintió como su espalda chocaba contra la pared, pero nada detuvo el beso

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Visenya sintió como su espalda chocaba contra la pared, pero nada detuvo el beso. Las masculinas manos de Daemon comenzaron a recorrerle el cuerpo, haciendo que soltara algunos suspiros y jadeos, algo que volvía loco al descarado peliplata.

Cuando se separaron unos segundos para recuperar el aliento, ambos se miraron a los ojos, ninguno se alejó del otro, ambos se deseaban, se anhelaban, se necesitaban y se querían, estaban hechos de fuego.

Visenya tomó la iniciativa, fue quien que se inclinó para unir sus labios con los de quien había despertado sus deseos, cosa que sorprendió al príncipe. El Targaryen no perdió tiempo y la guió hasta la cama, colocándose sobre ella, sin dejar de besarla. Teniendo manos curiosas y un deseo oscuro, notó que la joven no llevaba nada debajo de su prenda de dormir, haciendo que sonría contra sus húmedos labios, mientras lentamente comenzaba a quitarle la prenda. Tenía una fuerte necesidad de romperla, y no estaba hablando del trozo de tela.

Cuando su mano hizo contacto con la suave piel de Visenya supo que todo iba a cambiar para él. No había logrado mucho y ya podía declararse adicto a lo que ella le había dado. Le quitó la molesta prenda, dejándola totalmente expuesta ante él. — Eres tan hermosa, Visenya— Logró formular el platinado, embelesado, antes de volver a besarla, ahora con más deseo y pasión. Comenzó a esparcir algunos besos por su cuello, como si para su boca no fuera suficiente tener sus labios y deseara recorrer más piel.

— Daemon...— Jadeó cuando sus labios besaron un punto delicado en su cuello que no sabía que tenía. Visenya tomó la esquina de la camisa del príncipe y la quitó de inmediato, al fin podía tenerlo para ella. Había algo en los labios de Daemon que la obligaban a ceder y doblegarse. Si él se lo pedía, se pondría de rodillas y no para rezarle.

Cuando estaban por volver a unir sus labios, pudieron oír algo quebrarse, como si dejaran caer un objeto por la sorpresa. Tal cosa hizo que la joven se sobresaltara de inmediato.

—¡Daemon!— La voz de Mysaria fue lo que trajo a la realidad a Visenya, quien enseguida empujó al príncipe lejos de ella.

— Mierda— Exclamó volviendo a colocarse la ropa, a diferencia de ella, Daemon se quedó quieto sin entender qué le sucedía. Trataba de asimilar todo lo que había pasado, estuvo tan cerca...

𝐏𝐔𝐑𝐄 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 ⋆ 𝐃𝐀𝐄𝐌𝐎𝐍 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora