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Cuando Daemon despertó, el lado de la cama de su esposa estaba vacío

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Cuando Daemon despertó, el lado de la cama de su esposa estaba vacío. Se incorporó con premura, el corazón palpitando con ansiedad mientras se asomaba por la ventana en busca de ella. Allí estaba, bajo el abrigo de un árbol, sus ojos perdidos en el blanco manto de nieve que cubría el paisaje. Sabían que debían partir de Winterfell pronto, pero aún quedaban estrategias por trazar y responsabilidades por asumir. Se preparó rápidamente y salió de la habitación, atravesando el puente que conectaba las estancias. El viento gélido azotaba con ferocidad, y Daemon podía sentir cómo el clima reflejaba el cambio que había ocurrido en su esposa. Sus ojos ya no brillaban con la misma intensidad de antaño, y él se sentía impotente ante esa transformación. Mientras caminaba, La última hija del antiguo rey Jaehaerys se encontraba, observando a su hija con una mezcla de orgullo y preocupación.

—¿Tan temprano estás despierto, Daemon? —intentó entablar conversación cuando sintió su presencia.

— ¿Qué nos depara el futuro ahora? —inquirió,

anhelando respuestas que parecían esquivar entre las sombras del destino.

—No tengo el don de la clarividencia —respondió ella con calma—. — La pérdida, Daemon, se avecina la caída de los targaryen y por ellos mismos

Él lo sabía, lo sentía en el aire cargado de incertidumbre, en las profecías que declaraba melisandre o cualquier bruja roja.

—Ella se siente sola, Daemon. Pero debe recordar que nunca estará verdaderamente sola mientras tenga su propia sangre a su lado —susurró ella, con una tristeza apenas perceptible en su voz.

—¿A qué te refieres? —inquirió él, buscando desesperadamente entender las palabras extrañas de su suegra. Pero ella se alejó con prisa, dejando al príncipe canalla desconcertado. Fijó su mirada en su hija y su guardia, observándolos mientras interactuaban con una complicidad que solo los lazos de sangre podían otorgar. Dos almas unidas por un destino común, dos corazones que latían al unísono a pesar de las diferencias que los separaban. Visenya, princesa Targaryen, y Dorian, bastardo del norte, hermanos por sangre y por destino, destinados a enfrentar juntos los desafíos que el futuro les deparaba.

𝐏𝐔𝐑𝐄 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 ⋆ 𝐃𝐀𝐄𝐌𝐎𝐍 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora