⋆。˚ ✦ 🐉 ✦ ˚。⋆༻──── 𝐏𝐔𝐑𝐄 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃
Visenya Targaryen era lo que todo hombre quería; hermosa, fuerte, valiente e inteligente. Tenía un carácter muy especial, pero por esa razón llamaba totalmente la atención de Daemon Targaryen, quien apesar de...
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El primer mes de Visenya en Pentos fue algo difícil, extrañaba tener a gente conocida y de su confianza para hablar, seguía sintiéndose sola.
De todas maneras, intentaba que su estadía sea más llevadera, su madre trataba de entablar conversaciones con ella y se mostraba más dispuesta a aceptar tal cosa.
— ¿Por qué me llamaste Visenya?— Se atrevió a preguntar la peli-blanca, tenía la mirada perdida en la gente que paseaba por las calles de la ciudad, una ciudad muy bonita, por cierto.
—A mi padre le disgustaba el nombre,— Comenzó Saera acercándose a la princesa— y yo solo quería molestarlo más si era posible. Verás, el nombre de la reina Visenya empezó a ser mal visto después de que subiera a su hijo Maegor al trono, un hombre demasiado cuestionable, al que ella sola crió y formó. Yo era joven y quería ir contra todo lo que a mi padre le gustaba. Pensé que Aemon te cambiaría el nombre pero no lo hizo, así que quedaste nombrada Visenya. —
— Ahora entiendo, no solo yo era indeseada, también mi nombre. —
— Visenya... — Su madre quería arreglar lo que acababa de hacer, había expresado un claro desinterés por ella desde pequeña y el hecho de que su nombre fuera una "travesura" contra su padre, lo dejaba más en claro.
— No, está bien— Exclamó levantándose— Me gusta mi nombre, si no estás a la altura, no mereces portarlo y pienso demostrar cuán bien me queda. Las Visenya no somos mujeres débiles y domables. —
La conversación quedó totalmente olvidada para la princesa cuando vio que Aimee ingresaba, sabía a quién traía consigo, por eso sonrió.
—¡Llegaste!— Exclamó con felicidad, se acercó a la mujer y la abrazó con cuidado, ya que cargaba al pequeño bebé.
— Fue un largo viaje, princesa— Comentó la mujer, dejando al pequeño niño en brazos de la peliplata — Me alegra estar con usted nuevamente.
— Prepárenle un baño, y una habitación cómoda, también llévenle comida, tiene que descansar— Visenya le ordenó a las criadas de la casa, miró al pequeño y sonrió con ternura. — Hola...— Le susurró dejando un besito en su nariz.