CAPITULO 28

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Eran las horas silenciosas de las postrimerías del medio día, Jungkook caminaba solo, tomando el camino serpenteante a través del jardín de cerezos, para alcanzar la barraca donde guardaban las armas.

Tomó una espada ligeramente mellada en la punta y camino en dirección al círculo de arena apelmazada del patio de entrenamiento. Con el cuerpo destensado, adopto una posición de combate en el centro. Soltando una exhalación profunda, agudizó sus sentidos y comenzó a maniobrar la espada con una soltura impresionante. La hoja cortó el aire y sus pies se movieron en diferentes direcciones. Daba vueltas, avanzaba, saltaba y retrocedía a una velocidad fulgurante. Su habilidad era precisa, que daba la impresión de haber acabado con diez soldados imaginarios o tal vez más.

De pronto, se detuvo. En la silenciosa atmósfera vespertina se pudo escuchar el sonido de su respiración, más fuerte de lo normal. Una serie de aplausos despabilaron su concentración y su cuerpo se tensó al capturar el aroma del alfa tras su espalda.

—Eso fue... maravilloso —Heesoon menciono, acercándose a paso lento—. ¿Quién te enseño a luchar?

—Nadie — respondió un poco indócil. No gustándole que alguien más viera su entrenamiento con la espada.

—Pues no parece, pero debo admitir que posees talento —dijo, escrutando al pequeño príncipe que evitaba su mirada—. Lucha conmigo —sus palabras produjeron un efecto inmediato en Jungkook, quien le devolvió la mirada y negó efusivamente.

—No, claro que no —profirió un sonido similar a una risotada—.  Su experiencia dista exorbitantemente con mi pobre entrenamiento. No soy un contrincante de su nivel.

—Te reto.

—No lo hare.

—Entonces deja de entrenar y concéntrate a encasillarte al rango que perteneces. Deja a los alfas y betas esa tarea —dio un paso al frente con ademan desafiante. Su interior complacido de obtener el resultado de su objetivo.

Provocar la ira del omega.

Jungkook crispó su semblante, con sus iris destellando en ónix con motas borgoñas. No le dio tiempo al alfa de desenfundar la espada de su cinturón, cuando lanzó el primer ataque. Heesoon lo esquivo con agilidad, manteniendo su rostro inexpresivo en calma. Jungkook furioso lanzó otro ataque y su espada colisiono con la hoja de hierro de su contrincante. Ambos se movieron con la soltura de un pez entre las olas, atacando y respondiendo sin dar tregua a una rendición. Heesoon atizo un golpe sorpresa, haciendo trastabillar al omega que cayó hacia atrás, con su espada escapándose de sus manos. La victoria parecía estar a favor del alfa, pero antes de que se diera cuenta, el menor lo eludió con un movimiento raudo, haciéndolo rodar bajo su cuerpo, poniendo las rodillas en su tripa para inmovilizarlo y empuñando su propia espada en su yugular. 

—No importa tu rango o linaje, todos pueden ser un digno contrincante. Nunca desmerites tus habilidades —resolló Heesoon, orgulloso del omega.

Jungkook torció el gesto a pesar de la amabilidad del mayor, pero en su interior, su lobo se regocijaba complacido. "Había vencido a un alfa con extensa experiencia en el arte de la guerra". Su diestra alejo el filo de la hoja del cuello contrario y su mirada se alzó, quedando atónito ante los ojos inescrutables que lo observaban. 

Una suave brisa se levantó, agitando los mechones azabaches de Jungkook y con ella trajo a su olfato, la gruesa esencia que secretamente había extrañado. Taehyung no dejo de observarlo, incluso cuando se alejo del cuerpo tendido de Heesoon y este se irguió con la ropa manchada por el polvo y le saludo al advertir su presencia.  

 —¿Dónde está Namjoon? —Ambos cortaron sus miradas cuando el alfa preguntó.

 —Fue a ver a Seokjin —respondió renuente Taehyung, antes de volver su penetrante mirada  hacia Jungkook.

INDIGO (Namjin) /COMPLETA/EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora