INDIGO (Namjin) /COMPLETA/EDITANDO

CAPITULO 4-1

/EDITADO/



La luna se reflejaba sombría y melancólica, como si la penumbra del cielo predijera el infortunio del destino. La pausada y copiosa nieve, descendía ligera en el claro del bosque; pintando de blanco el gris del pequeño lobo sentado sobre sus cuartos traseros. Sus débiles aullidos hacia el astro postrado en la cúspide de su trono, amortiguaba el silencio de la fría noche con susurros mudos de una sola frase. 

Diosa Luna escucha mis suplicas y aligera la zozobra de mi corazón...

Entre sus constantes ruegos a la luna, un potente aullido viajo por el espeso bosque de coníferas, provocando que inmediatamente sus sentidos entraran en alerta.  

Esta sucediendo..

Con premura, su marcha dio comienzo con grandes zancadas hacia el este. Sus fuertes patas se movían con velocidad por el tupido bosque frio, a la par que sus fauces emitían grandes bocanadas de aire caliente en forma de nubes de vapor, siempre manteniendo sus ojos fijos en los costados, atento ante cualquier signo de peligro o acecho.

Salió de las entrañas del bosque frio y llegó a los límites del pueblo con prontitud.

Omegas, cachorros, betas ancianos y personas enfermas, eran conducidas y custodiadas por soldados del Clan hacia el fuerte del Líder. Namjoon, aún en su forma de lobo, buscó con la mirada a su padre y hermanos entre la gran multitud que se dirigía hacia las grandes puertas de hierro, que después de muchos años, se encontraban abiertas de par en par para refugiar a su pueblo.

Su búsqueda concluyó con el último grupo de personas cruzando el umbral de la fortaleza y un sentimiento de aflicción comenzó a invadir su pecho al no encontrar a su familia.

Rápidamente corrió hacia las afueras del pueblo, allí donde su pequeña casa se alzaba a los pies de una pequeña colina abrazada por la nieve.

Mutó a su forma humana una vez entro a su hogar y se vistió con las primeras prendas que encontró en el tendedero cerca a la chimenea.

—Papá —llamó fuerte, entre la penumbra. Buscando en cada rincón de la pequeña estancia. Pero no halló respuesta. Para ese momento su corazón comenzó a palpitar de miedo, temiendo lo peor.

Salió de la estancia principal para dirigirse hacia la parte trasera, dónde el almacen de las reservas de encontraba.

—¿Papá? —volvió a llamar, esperanzado.

—¿Namjoon? —La débil respuesta filtrada detrás de la puerta del pequeño espacio, le brindo un aire de alivió.

Namjoon abrió los postigos de madera gruesa y la luz de la luna le reveló a su familia encogida en el reducido espacio.

—¿Por que no se han ido? —cuestiono Namjoon, sintiendo un nudo formarse en su garganta.

Kwang bajó el rostro en vergüenza, no queriendo enfrentar la mirada de su primogénito.

Namjoon no supo que sentir en ese momento, por qué a pesar de que su padre no lo dijo en palabras, fue fácil interpretar su lenguaje corporal.

—No puedo creerlo —nego el alfa joven, fregandose el rostro en decepción e irá.

Noches enteras había ido al claro del bosque, con el único propósito de rezarle a la Luna por el bienestar de su familia. Pero tal parece que sus desvelos y lágrimas fueron en vano, si su padre decidía rendirse antes de tiempo y llevar a sus cachorros al suicidio.

—Papá, no me hagas esto por favor... —sollozo de rodillas, no pudiendo soportar más su frustración.

Kwang salió de su escondite, con sus cachorros aferrándose a sus piernas, con sus pequeños rostros empapados en lágrimas de miedo.