CAPITULO 1

1K 121 4
                                    

/ EDITADO /


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


" Luna clamorosa,

He pasado mucho tiempo en el silencio

Y si tu crees, en mi pequeño mundo

El mañana será maravilloso...."


En el silencio de la luz, entre gargantas del atardecer, la melodía dulce de una voz blanca y pura; armonizaba con sus notas, el verde campo salpicado de colores.

Las peonias, lilas y guisantes de olor; se mostraban finas, elegantes y vanidosas frente al canto venerado de los saltamontes. Las libélulas largas y delgadas, como hilos de azul cielo, flotaban por sobre sus hojas con sus alas de gasa marrón. Las mariposas, traviesas y juguetonas, bailaban regocijantes en el aroma dulce de las cóncavas coloridas, siguiendo el ritmo de su canción.

La brisa suave, cual atenuante caricia, revolvió los finos hilos de la cabellera dorada como rayos de sol, exponiendo al cielo dos zafiros rebosantes de fulgor.

—Mi pequeño, es hora de volver. —La voz cálida de la Diosa Luna se oyó entre el extenso paraíso de flores, provocando que las pequeñas manos pálidas y de piel fina, detuvieron el girar de un pequeño disco de oro con pétalos blancos y que las notas líricas emitidas por sus labios, cesarán en un mudo silencio.

—Quiero quedarme... —susurro inocente la aguda vocecita oculta entre las flores. 

—Es tu destino —declaró la Diosa.

—¿Dolerá? 

—Sanaras y cicatrizaras

Seokjin soltó un pequeño suspiro y cedió a la voluntad de los dioses. A su corta edad, conocía el peso de su nacimiento. Guerras y hambruna habían sido desatados por años en consecuencia de su búsqueda y su destino pintaba los mismos escenarios, con la diferencia de que Seokjin sería el principal receptor de los golpe más fuertes.

Con los pies descalzos y ataviado en un brillante camisón de lino blanco, siguió un sendero de flores infinitas, sintiendo en sus desnudas extremidades inferiores la ausencia progresiva de la calidez del jardín de su madre. Su piel pálida y fina, se fue tornando violácea y desgarrada a medida que sus pasos llegaban al límite del horizonte. Su alrededor se hizo penumbra, oscuridad y finalmente despertó en el arco de su realidad.

Dolor, fue el primer estimulo que su consciencia sintió. Un tortuoso e insoportable dolor; pero a pesar de ello, Seokjin no emitió mas que un débil quejido.

El viento helado del exterior, penetró por las delgadas rendijas de la pequeña ventana de madera, golpeando la piel expuesta de Seokjin y extinguiendo el escaso fuego de la chimenea.

INDIGO (Namjin) /COMPLETA/EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora