Chris
¿He mencionado ya en alguna ocasión que mi vida se basa en un cliché? Sí, ya, ahora no me digáis que no habéis visto películas de instituto americanas.
Mi vida es como una de esas películas, pero a escala real. Cómo odio esas películas. Claro que las habéis visto, ¿quién no? A todos os divierte ver cómo los populares son los reyes del instituto y ver cómo los nerds se hunden en su miseria; el equipo de jugadores de fútbol en el que el capitán es uno de los más populares, y novio de la capitana de las animadoras, la cual también es popular; el rebelde que se pasa las clases durmiendo, o llega tarde a clase, lo que es razón suficiente para ser mandado a la sala de castigos donde continúa durmiendo; el guaperas, sí, ese que parece sacado de una revista de moda, por el que todas las chicas suspiran y que casualmente suele fijarse en la más invisible y nerd de todo el instituto, oh sí, qué novedad. Y venga, añadamos un caso poco visto pero que quizás después de ver mi historia muchos lo añadan a los guiones de sus películas, como el caso del gamer. Sí, eso que antes parecía cosa de frikis, ahora parece estar de moda.
Como podéis observar y observaréis, esto es así siempre, ¿por qué? Quizás los estereotipos sean ciertos y os preguntaréis por qué me quejo yo cuando en esto me llevo la mejor parte. Soy ese guaperas popular por el que suspiran la mayoría de las chicas, pero a veces me siento vacío cuando veo que la gente pide ser mi amigo para ser invitado a las mejores fiestas. Pura conveniencia. ¿No os ha pasado que cuando haces amistad con alguien que piensas que es guay, luego te das cuenta de que solo se interesa por algo que posees? Me doy pena a mí mismo. Y es que la realidad es que a estas alturas es complicado hacer amigos nuevos. Sé que ya tengo a mis amigos, los aprecio, pero ellos son mi familia, como hermanos, y lo que yo quiero es una amistad de amigos. Me gusta ser popular, pero a veces, en las profundidades de mi ser, deseo ser como el resto.
Chris, soy tu mente. O te decides o exploto.
«Mejor explota.»
Y hablando de clichés, aquí viene otro. El baile de bienvenida.
Los institutos norteamericanos no tienen otra cosa que hacer que crear unos estúpidos bailes en los que tienes el compromiso de buscar una persona que te acompañe. Y, lo que es peor, debes bailar con esa persona. Por no hablar de la estupidez de elegir quién es el rey o reina del baile, cuando todos los años salen los mismos: los capitanes. A Tyler no parece importarle, de hecho, siempre se jacta con los del equipo de fútbol y evita por todos los medios bailar con Becca, capitana del equipo de animadoras. Pero, en fin, supongo que no es para tanto. Se acerca el baile y tengo el dilema de elegir la pareja.
Sé lo que pensáis... Sé que ahora mismo estáis deseando que diga algo como: "Se lo diré a Sam". No, definitivamente, eso no sucederá. No quiero que otra vez, todos piensen que me gusta, porque no me gusta, NO-ME-GUSTA.
Supongo que pedírselo a Georgina es una opción, quizás así me perdone por lo de no haber ido a su estúpido recital.
Lunes por la mañana, Chad me recoge en su moto como es costumbre, aunque no es agradable la fría brisa en mi rostro tan temprano, pero supongo que es mejor que ir en bus. Las clases se me hacen pesadas y más cuando historia es la asignatura que inaugura el día. Cuando por fin se escucha por los pasillos el agradable sonido que da la señal de la hora de la comida, me reúno con mis amigos en nuestra mesa de siempre. No los he visto ni he hablado con ellos desde aquel día que salí corriendo en busca de Sam. Puedo deducir cuál será el tema de conversación de hoy pues ya saben que no fui al concierto de Georgina.
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Enamorando a Sam
Teen FictionTodos en el instituto conocen a Chris Cooper, quien es famoso por dejar una estela de corazones rotos cada semana. Pocos saben quien es Sam, un enigma que deambula descalza por los pasillos. Para Chris, el amor se ha convertido en un juego, un clich...