CAPÍTULO 38

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Georgina

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Georgina

Abro los ojos lentamente, me doy media vuelta sobre mi cama y vuelvo a comprobar el móvil. Los típicos mensajes, las chicas hablándome sobre qué ponerse en el próximo brunch, además de los diferentes grupos a los que me agregaron hace tiempo y en los que no hago mucho acto de presencia. Debería pensar en salirme, pero si lo hago será como abandonar mi puesto entre la "alta clase" de mi instituto.

Y ningún mensaje de él.

Cierro los ojos.

¿Por qué tarda tanto? Normalmente lo hace, pero nunca por dos horas.

—¡Georgina! ¡La cena está lista! —grita mi madre desde la cocina.

—¡No tengo hambre! —respondo de la misma manera.

Justo al responder, se escuchan unos pasos acercarse a la puerta, abriendo esta para dejar ver la cabeza de mi madre.

—Últimamente comes muy poco, ¿estás bien? Espero que no pienses que estás gorda, porque no lo estás.

—No es nada de eso, solo no me apetece comer nada ahora.

—Está bien, si más tarde tienes hambre, te lo dejo en la nevera —dice mientras cierra la puerta.

Es cierto que cada vez tengo menos apetito, supongo que los nervios y las mariposas tienen algo que ver. Hablar con él es lo que más me llena en el día, y no una ensalada.

¿Debería preocuparme por mi nutrición o porque él no contesta a mi mensaje? Quizás esté demasiado ocupado hoy y no puede coger el móvil, aunque solo sea para contestarme.

Vuelvo a cerrar los ojos, pero esta vez me quedo dormida. De pronto el sonido de mi teléfono hace que abra los ojos rápidamente. Es una llamada, y de Tyler. No suele llamarme, hablamos mediante mensajes, así que debe de tratarse de algo más serio.

Me siento sobre mi cama bastante nerviosa, hablar con él por teléfono, escuchar su voz... va a ser distinto a enviar unos simples mensajes. No lo dudo más y contesto.

—¿Georgina? —Su voz está apagada y no parece el mismo de siempre.

—¿Estás bien? Te noto mal.

—Y no te equivocas... Margaret ha fallecido esta tarde. Siento no haberte avisado antes, he estado en una especie de shock, asimilando lo que estaba ocurriendo.

—¡Oh, Dios mío! Lo siento tanto, Tyler. Si hay algo que pueda hacer por ti.

—¿Puedes venir? Sé que es tarde, pero...

—Claro que puedo. —No le dejo terminar la frase, respondo al instante y añado:—. Cogeré un taxi.

—Bien, gracias.

Cuelgo en cuanto nos despedimos, una conversación corta pero intensa. Me levanto de la cama para abrir el armario y ponerme algo apropiado pero cómodo. No tardo en prepararme y salgo en busca de un taxi que me lleve directa a su casa.

Enamorando a SamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora