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W: ¿Qué haces aquí?- Nadie sabía lo que pasaba entre Wilhemina y Cordelia, pero se notaba que se conocían de antes.

C: Ya lo sabrás, querida.- Y esta estúpida que le dice querida a mi Wilhemina.

W: ¡Todo el mundo vuelva a sus salones! – Hizo retumbar su bastón y todos la obedecieron y se fueron a sus aulas.

La señorita Cordelia no dejaba de mirarme y eso me ponía incómoda, al parecer Wilhemina se dio cuenta y fue cuando me ayudó a levantarme y llevarme a la enfermería.

W: ¿Te encuentras bien mi amor?- Dijo eso susurrando en mi oído.

E: Sí, solo que casi me partiste la cara. – Tenía un pequeño sangrando en la nariz y no tenía ningún pañuelo para limpiarme. – Y no me digas mi amor.

W: ¿Qué pasó? ¿Por qué no puedo? – Su voz se hizo un poco más débil, mi corazón se hizo chiquito al escuchar el tono de su voz.

E: No tengo ganas de hablar.- Ella hizo caso y el trayecto se hizo un poco incómodo.

La enfermera me reviso y dijo que por suerte no me había quebrado la nariz y tenía que mantener reposo, según ella en una semana o dos se irá el dolor.

W: ¿Me dirás el porqué estás así?- Me vino a dejar a mi pieza, pero se acostó un rato conmigo.

E: Me ocultaste lo de mi madre Wilhemina.

W: Fue por tu bien, no sabíamos cómo ibas a reaccionar. – Hizo una pausa y siguió- Entiéndenos Eva, para nosotras era difícil contarte; sobre todo para Sandra.

E: No quiero escucharte ahora Wilhemina. – Dije cuando me daba vuelta en la cama, así no le veía a la cara.

W: Vamos amor, no seas infantil. – Puso su mano en mi cintura y puso su cabeza en mi cuello. Sentir como su respiración chocaba con mi cuello hacía que se me pusieran los pelos de punta.

E: ¡Suéltame! – Aunque quería que siguiera ahí.

W: No tiene caso hablar contigo. – Dijo cuando abrió la puerta para irse.

E: ¡Me ocultaste lo de mi madre! – Le tiré una almohada cuando iba a cerrar la puerta.

W: Más respeto niña malcriada. – Apareció como un maldito fantasma y se lanzó a la cama para hacerme cosquillas.

E: ¡Ya basta! ¡Me voy a orinar! – No se detenía y seguía haciéndome cosquillas. - ¡Para! – No se detenía y podía oír su risa malvada.

C: ¿Pasa alg – Cordelia apareció y Wilhemina enseguida se detuvo.

W: ¿Qué haces aquí? – Ese momento era de incomodidad pura.

C: La Srta. Brown te estaba pidiendo que te detuvieras, pero parece que algo más pasaba aquí.

W: Eso no es de tu incumbencia. – Cordelia solo dio un suspiro y habló.  

C: Es de mi incumbencia cuando se trata de algún alumno, sobre todo si está vinculado con algún profesor… o profesora en este caso.

W: ¡Déjanos en paz! – Era un momento que no sabía si temer si ella empezaba a sospechar de nuestra relación o si le hacía algo a Wilhemina.

C: Srta. Brown ¿Me acompaña?

W: ¿Para qué la quieres?

C: No es de tu incumbencia. – Estas dos se miraban como si quisieran matarse- Srta. Brown, no tengo todo el día.

E: ¿A dónde vamos? – Me Levanté de la cama y la seguí.

C: A mi oficina.

Cordelia empezó a caminar y Wilhemina miraba desde la puerta y apretaba con fuerza su bastón.

E: ¿Hace cuanto trabaja aquí? – Ella caminaba y movía las caderas igual que a Wilhemina.

C: Desde hoy.

Nos empezamos a acercar a la oficina de Wilhemina, Cordelia abrió la puerta de la oficina e invito a sentarme.

E: Esta es la oficina de Miss. Venable.

C: Era.

E: ¿Cómo? – ella servía vino en su copa y sonreía.

C: Lo que escuchó. – Se arregló el abrigo que traía y se levantó. – Ahora yo seré la que dirija este internado, Wilhemina solo será una profesora.

E: Escúchame bien rubia oxigenada, Miss. Venable es la directora de este instituto, ella ha trabajado por mantenerlo en pie. – dije cuando golpee la mesa del escritorio.

C: No te alteres hermosa.- se acercó y puso un mechón de cabello detrás de mi oreja. – He visto lo que se traen tú y Wilhemina.

E: ¿Así? ¿Y qué nos traemos? – Sentía la respiración de esta mujer en mis labios.

C: Ella no te conviene. – sus manos se posaron en mi cintura y pegó su cuerpo con el mío. – ya te engañó una vez, que te hace pensar que no lo hará de nuevo.

E: Ella me ama. – Empuje a Cordelia y me dirigí hasta la puerta. – Y yo la amo a ella. – Abrí la puerta antes de irme y le dije- Le sugiero que no vuelva a ponerme una mano encima, la próxima vez que lo haga le dejaré la nariz peor que la mía.

Me dirigía al bosque, un poco de aire fresco no hace mal a nadie.

S: Eva. – Sandra apareció en mi espalda. – necesito hablar contigo.

E: Yo no tengo nada que hablar contigo, ¨ madre - Le hice comillas con los dedos.

S: Eva, entiéndeme. – sus ojos estaban rojos y podía ver una lágrima saliendo de ellos.

E: ¡Me lo ocultaste! – La dejé atrás y seguí mi camino.

S: No sabía cómo te lo ibas a tomar.

E: Pues ahora tienes los resultados.

S: ¡Eva! – Empezó a seguirme.

E: ¡Solo déjame en paz!

Me hizo caso porque no escuche sus pasos.

Ya dentro del bosque se empezó a poner halado. <Por qué se me ocurre venir al bosque después de todas las cosas que han pasado aquí >

El frío empezó a helarme los huesos y decidí que ya era hora de irme.

X: Te vas muy rápido, ¿no crees Eva?

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He vuelto perrxs 😘

Cuídense 🪐 

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