Capítulo 1: La carta

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Cinco años más tarde...

Al sur de Ravka, en una granja de grandes terrenos vivía una joven pareja. Él se levantaba todas las mañanas sonriendo a la mujer que dormía a su lado. Bajaba al gallinero y cogía algunos huevos para hacer el desayuno. Es lo que siempre había querido. No echaba de menos su vida de soldado ni rastreador. Ella se levantaba algo más tarde. Miraba todas las mañanas el paisaje donde contemplaba las montañas y le venía el recuerdo de ella utilizando la luz para cortarla. Hacía años que había dejado de intentarlo dada la inutilidad del acto. Según su expresión, parecía que lo echaba de menos. Después bajaba las escaleras y se encontraba con su marido. Era en ese momento en el que sonreía. Desayunaban juntos y después él se acercaba a ella y le daba un beso en los labios. Ambos cerraban los ojos y disfrutaban. Por un momento, ella se teletransportaba, volaba. Él sentía calor, cercanía. Él quería despertar para ponerse a trabajar en la granja. Ella no. Quería seguir flotando con él y no volver a la realidad.

Así pasaban los días. Así llevaban casi cinco años.

Una mañana algo cambió su rutina. Llamó a la puerta un mensajero del Gran Palacio. A sus espaldas había un gran carruaje dorado y azul. Ella abrió la puerta. Se quedó sin habla al ver al mensajero, pero no fue hasta que no vio el carruaje con los colores de la Invocadora del Sol que sintió un impulso. Una llamada a la que años atrás había sido Sankta Alina.

- ¿Señora Alina Oretsev? - el mensajero la sacó de sus pensamientos.

- Eh... Sí. - dijo dubitativa.

El mensajero le entregó la carta real.

- El Rey requiere vuestra presencia de manera inmediata para tratar un asunto de vital importancia. - dijo secante el mensajero.

Alina cogió el sobre con temor sin acabar de comprender qué tenía ella que ver con todo esto. En ese momento, Mal apareció detrás de ella.

- ¿Qué pasa aquí? - preguntó extrañado.

- El Rey quiere verme inmediatamente. - dijo Alina sin dejar de mirar el sobre.

- ¿Para qué? - No hubo respuesta de ninguno de los presentes.

Alina abrió el sobre y leyó en voz alta.

Querida Alina,

Siento molestarte de tu vida de ensueño, pero debo tratar un asunto de suma importancia para la supervivencia de Ravka dado que además de las guerras que actualmente estamos librando, se nos une un nuevo enemigo. Me gustaría poder contarte todos los detalles en persona. No quiero que pienses que al venir te estás comprometiendo. No tienes por qué aceptar ahora mismo, pero al menos concédeme el poder explicártelo todo. Además, Genya y los demás no dejan de decirme lo mucho que os echan de menos y las ganas que tienen de veros. No debes preocuparte por la granja. He enviado granjeros de mis propias tierras para que la cuiden en vuestra ausencia.

Por favor, acepta la invitación. Me gustaría mucho volver a verte.

PD: Espero que el carruaje sea de tu agrado. Elegí los colores personalmente.

Firmado,

Tsar, Nikolai Lantsov.

- Ni hablar. - dijo Mal tajante.

- Mal. Puede que sea importante. - se giró hacia él.

- ¿Y qué si es así? ¿En qué podemos ayudar? Tú no tienes tus poderes y yo soy un desertor que además ha perdido la única habilidad que se me daba bien. - la miró con ojos entornados.

- Vayamos a ver qué nos propone y entonces decidiremos. Juntos. - Alina le cogió de las manos mientras le miraba a los ojos.

- Volverá a pedirte matrimonio. - dijo él con picardía.

- Entonces no tienes nada de qué preocuparte. - le dijo guiñándole un ojo.

Una hora más tarde, Mal y Alina subían al carruaje azul y dorado para poner rumbo a Os Alta.

Seamos eternos juntos [Darklina] [Sombra y Hueso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora