- ¡Nikolai! - Alina bajó corriendo las escaleras.
Nikolai y Mal estaban sentados en el salón reflexionando sobre su enfrentamiento. Al oír gritar a Alina, ambos se levantaron de un salto.
- ¿Qué pasa? - preguntó Nikolai preocupado.
- Aleksander me ha llamado. Me ha dicho que está en las Montañas Negras.
Mal la miró disgustado.
- Necesita nuestra ayuda. Dice que mañana por la noche sacará a niños enfermos. Quiere que nos los llevemos y cuidemos de ellos.
- ¿Mis hijos? - apareció la señora de la posada al oír a Alina alterada.
- Están con él. El mayor está bien y el pequeño lo sacará mañana. Debemos estar preparados Nikolai.
Nikolai esbozó una sonrisa.
- Bien. Partiremos a primera hora hacia el Colibrí e iremos a las Montañas Negras.
* * *
Kristoff no paraba de toser y la fiebre le había subido.
- ¿Voy a morir? - sus ojos estaban entrecerrados.
- No. - le dijo Aleksander poníéndole un trozo mojado de tela en la frente-. Vas a salir de aquí Kristoff. Te vas a poner bien.
- ¡A levantarse malditos gusanos apestosos! ¡Hora de trabajar! - gritó un guardia.
Aleksander se levantó junto con los demás prisioneros. Llevaba unos pantalones negros flexibles y una camisa también negra, medio abierta y rasgada. Sus botas, del mismo color que el resto de prendas, llegaban hasta la mitad de los gemelos. Su cara y sus manos estaban negras y sucias, pero seguía manteniendo su barba bien arreglada y el pelo, todo y que algo alborotado, se mantenía firme.
- No le des falsas esperanzas al crío. Todos vamos a morir. Cuanto antes lo sepa, antes dejará de luchar y dejará de sufrir. - le susurró Mijaíl, su compañero de celda.
- No va a morir.
- Entonces eres más tonto de lo que pensaba.
- ¡Silencio! - dijo el carcelario abriendo la celda donde se encontraban.
Salieron todos con la cabeza agachada, menos Aleksander que miraba hacia delante con convicción.
- ¡Tú, niño! ¡A trabajar! - dio un golpe con la porra a los barrotes.
- Está enfermo. No puede trabajar. - le defendió Aleksander.
El guardia se encaró a él.
- Si al final del día no habéis conseguido el objetivo mínimo, pagarás tú por todos. - hizo una pausa-. Y ahora, ¡a trabajar!.
- Cavarás tu propia tumba. - le susurró Mijaíl.
- Tú mismo has dicho que moriremos todos. - le respondió Aleksander.
Llegaron a las minas y empezaron a trabajar. Los más pequeños se colaron por los agujeros para crear nuevos túneles y poder extraer más carbón. Los adultos picaban y picaban, llenaban las carretas, las sacaban al exterior y repetían el proceso. Dentro de las montañas costaba respirar y muchos (tanto hombres, mujeres y niños) cuando salían al exterior a respirar, se ganaban latigazos y golpes por parte de los carcelarios. Hacían turnos de doce horas y solo paraban veinte minutos para comer un trozo de pan seco y un vaso de agua fría. Si al final de la jornada llegaban al mínimo establecido de extracción de carbón, se les recomepensaba con un trozo de pan más grande y dos vasos de agua. Si por el contrario no lo conseguían, eran castigados con palizas y volvían a las celdas sin cenar. Aleksander cogió un pico y se adentró en las cuevas con el resto. Dentro vio a Gavrel, el hermano mayor de Kristoff, que no tendría más de catorce años.
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Seamos eternos juntos [Darklina] [Sombra y Hueso]
FanficLos sucesos ocurren cinco años después de la desaparición de la Sombra. Gregori, un hombre afortunado que obtuvo el poder de la luz cuando desapareció la Sombra, ha creado un ejército de fieles para acabar con la monarquía en Ravka. Alina recibe la...