Marcos tiene 100 problemas en su vida y Diego puede ser la solución, o un problema más.
Todo depende de qué tan buen compañero de baile sea y de si será capaz de dejar su actitud cautivante y coqueta al menos por dos semanas.
Una personalidad enam...
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Habían sido dos semanas de ensayos entre Lu, Ingrid, Diego y yo. Sabíamos que era un competencia entre nosotros, pero al final de cuentas éramos el mismo equipo, así que nos estábamos apoyando en lo que podíamos.
Aprender un estilo nuevo no fue nada fácil, sobre todo porque me daba miedo hacer ciertos pasos. Era un "bailarín delicado", había escuchado eso desde pequeño; mi forma de bailar se notaba de esa manera, y yo solía responder (internamente) "Bailarín delicado mis huevos". El ballet podría verse como un estilo suave, pero el entrenamiento era todo lo contrario, aun así, el hip-hop requería otro tipo de fuerza y a mí me estaba costando, aunque sentía que ya lo estaba dominando mejor.
Lo que no estaba dominando de la mejor manera eran las ganas que tenía de besar a Diego nuevamente. Él lo sabía, se notaba en cada ensayo cuando se acercaba más de lo debido, sabía que estaba poniendo aprueba todo mi autocontrol, y probablemente el suyo también. Lo había logrado hasta ahora. Todo fluía de la mejor manera entre nosotros; nos vimos mucho estos días, fuera de los ensayos en el estudio; después de ensayar íbamos a comer, al cine, o simplemente a pasear por ahí.
Según nosotros estábamos siendo discretos (por el bien del estudio), aunque al parecer no tanto, ya que hace unos días escuché a Carlos decirle a Ángel que Diego y yo nos veíamos muy lindos juntos y que seguro estábamos saliendo. Lo cual era un mentira, a medias, pero mentira, porque no estábamos saliendo, sólo estamos... Lo que sea que estemos haciendo.
—Otra vez — dijo, en cuanto caí al suelo.
Como soy Marcos Brower y no suelo pensar en las consecuencias de mis acciones, le dije que quería intentar incluir un paso nuevo al final de mi coreografía. Me dijo que estaba loco, pero que igual me ayudaría.
El b twist es un giro de mariposa en el aire. Es un paso que suele realizarse en el parkour, llevaba años queriendo probarlo, pero no me había animado hasta que vi a Diego hacerlo en su calentamiento.
Llevaba un rato intentando completarlo, pero siempre terminaba cayéndome o arrepintiéndome a la mitad.
No me levanté, permanecí sentado en el suelo, con mi cabeza entre mis rodillas, intentando regular mi respiración.
Escuche sus pasos acercarse, pero no me atrevía a mirarlo.
Sin duda se tomaba su papel de profesor muy enserio. Durante todo el rato estuvo parado en un extremo del salón, con los brazos cruzados sobre su pecho, el ceño fruncido y la mirada más analítica que le había visto.
—Tienes miedo — dijo, ya estando cerca.
—No — respondí.
—No era pregunta.
Puse los ojos en blanco.
Sí tenía miedo, no todos los días me saco un paso de la manga que debo tener perfeccionado en menos de 12 horas.