Marcos tiene 100 problemas en su vida y Diego puede ser la solución, o un problema más.
Todo depende de qué tan buen compañero de baile sea y de si será capaz de dejar su actitud cautivante y coqueta al menos por dos semanas.
Una personalidad enam...
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Ha empezado a hacer un poco de frío esta mañana. Lo cual es una complicación para mí.
Me ha costado demasiado levantarme para ir a las audiciones. Pero mi mejor amiga ha entrado a mi habitación gritando y con la bocina a todo volumen.
— Ya estás alucinando, Mar — menciona Lu mientras sube la ventana del auto.
— Lo digo en serio. Lo viste con todos ayer, cautivandoles como si tuviera una especie de magia. Así que he llegado a la conclusión de que es descendiente del flautista de Hamelin. — Cruzo los brazos sobre mi pecho.
Llevamos todo el camino hablando de Diego, porque se ha negado a salir de mis pensamientos desde ayer en la tarde.
No me molesta, de hecho es lindo recordar su cara, su sonrisa y la seguridad que transmitía siendo el centro de atención.
Es algo cautivante verlo. Como si fuera un imán para los ojos de los demás. Una vez que pones tus ojos en él, es difícil quitarlos.
— Eres un exagerado — replica ella —. No ha sido para tanto. Es atractivo y ya.
— Que sea muy difícil llenar tus estándares no significa que no sea para tanto.
— ¿Quieres que me interese en él? — niego —. Entonces Cállate. — Nos mantenemos en silencio por un largo rato. Hasta que ella agrega —: No digo que no me hables de él. Sólo que dejes de intentar vendérmelo como si fuera el príncipe Felix.
— Ah claro, perdón. Se me olvidaba que para ti no hay nadie perfecto a menos que sea Angie — Sus ojos se abren de más y tapo mi boca con una mano al recordar que su madre y hermano van delante en el auto.
Nunca ponen atención a nuestras charlas, pero igual nos pone alerta mencionar cualquier cosa de la vida amorosa/desastrosa de Lu.
Aunque claro que el mencionar que a tu amiga le gusta la novia de su hermano es algo que sin duda llamaría la atención. Pero Rogelio lleva los audífonos puestos, así que tampoco hay peligro.
— Si no fuera porque me gusta verte bailar de nuevo, ahora te rompería una pierna — amenaza y se gira hacia la ventana dándome la espalda.
No volvemos a hablar de eso en lo que resta del camino.
Intento apaciguar mis nervios por la audición y porque Iván no ha dado señales de vida. Lo cual es preocupante porque se supone iba a ir a verme. Me preocupa que no esté de acuerdo o que el hecho de pisar un estudio de baile le afecte aún.
He practicado demasiado, pero hay una pizca de inseguridad en mí que me hace crear miles de posibles escenarios catastróficos para la audición.
Como: Caerme, olvidar la coreografía, caerme, desmayarme e incluso vomitar ahí mismo. ¿Ya mencioné caerme?
— Suerte, Marquito — me dice la mamá de Lu en cuanto bajamos del auto —. Lo harás genial, ¿Verdad, Ro? — el hermano de Lu sólo asiente. Está demasiado ocupado en su celular.