"Amar es encontrar en la felicidad de otro la propia felicidad." - Gottfried Wilhelm Leibniz
Alek Kozlov.
Una semana después.
A veces intentamos tapar el sol con un dedo, como si eso fuera posible.
Traté de ocultarle mi vida a Isabella por miedo a que me dejara, y lo peor es que no me pidió tiempo por eso, lo hizo por ocultárselo.
He estado en contacto con Lucía, que solamente me ha dicho que Isa solo va a clases, regresa a su casa, ayuda a su abuela y se encierra en su habitación a leer.
Dijo Lucía que es una maldita, come libros, se ha leído como unos quince libros en esta semana, según ella se está desahogando mientras lee.
Pero si son libros con esas escenas, mmm, mucho mejor, ya tiene el conocimiento, solo le faltaría ponerlo en práctica.
Dejo de pensar en eso y me centro en los hombres enfrente de mí.
Miller está peleando con Juan sobre el dinero que, según debería estar ganando por el nuevo hotel.
—El dinero debería estar ya en nuestras manos —gruñe Miller. Él tiene un poco que ver con mis finanzas, le ayuda a Arturo con todo este asunto, aparte de hacer todos los papeleos.
—Yo... —tartamudea Juan. Estoy cansado de lo mismo.
—¿Dónde está el maldito dinero, Juan? Sé que el hotel ha estado funcionando muy bien, habla porque paciencia es lo único que no tengo.
—Y-yo...
—Que dejes de tartamudear, joder —mascullé enojado.
—Yo gasté el dinero en apuestas. Lo siento.
—Métete tú "lo siento" por el culo. —Tomo mi arma y le doy un disparo en la sien. Miller queda viendo la escena como si nada hubiera pasado y los demás están inquietos.
—Verán, no me encuentro en buenos términos. Si antes no tenía mucha paciencia, ahora tengo menos. Quiero mi dinero como tiene que ser. Si quieren un puto aumento, díganlo y dejen de robar. Tomen a ese hijo de puta como ejemplo —les hablo de manera tosca—. Hagan bien su trabajo, no se anden con sandeces. Si no cumplen, los mato. Si no quieren trabajar, los mato. Si me roban, también los mato. Así que o hacen bien las cosas o mueren. Lárguense de mi vista, no los quiero ver.
Todos son unas bolas de mierda a la hora de irse, malditos, miedosos.
—Sobre el orfanato, ya está terminado—. Comenta Miller con un tono de orgullo en su voz—Me informó Claudia que te trajera estos papeles. El Hogar de Esperanza está ya listo para empezar a funcionar. Ella envió el gasto total de los empleados, ya están seleccionados, solo necesita el visto bueno para ser abierto. Todo está completamente en orden, todos los papeles en regla, todo muy bien hecho.
—Por fin algo bueno en este día. Acepta al personal, no importa el dinero. Quiero que recojan a todos los niños que puedan, denle comida al gusto, ténganlos cómodos. Búsquenles hogares adecuados y que no sean maltratados. Que esos niños tengan un lugar feliz donde vivir y tener su vida.
—Como desees.
—Oh, también cómprenles juguetes, ropa, contraten personal para que les dé clases, los materiales que necesitan y todo, que esté como si realmente estuvieran con una familia. Yo iré cuando todo lo que pedí esté listo.
—Listo, yo me retiro. Yo le escribo a Jones cuando todo esté listo o te marco de un solo a tu teléfono.
—Sí, hasta luego.
Me despido y salgo del despacho, miro a Jones, quien niega con la cabeza
—¿Qué tengo que cambiar hoy? —pregunto.
—La mesa del despacho. Vota esa cosa y compra una nueva. También manda a votar a la mierda lo que está encima. Ugh, cómo odio a la gente que no sirve.
Ella asiente.
—¿Color en específico?
—Negro —respondo.
—Ok. ¿Vuelvo a poner el mismo color de alfombra en su oficina o cambio el diseño?
Oh, se me había olvidado ese detalle. Mate a alguien en mi oficina esta mañana.
—Cambia el diseño. —contesto.
—Listo. Tiene una reunión con el gobernador —mira su iPad y su ceño se frunce—. En justamente veinte minutos, en la casa de campo del gobernador. Mierda, se me fue de las manos recordarle antes, perdón.
—Está bien, tienes mucho en mente, perdón por agregarte más, es que no tengo paciencia y lo sabes.
—Oh, sí, claro, hablaré con el diseñador de interiores, no se preocupe. ¿Usará camionetas o se irá en su auto...? En el estacionamiento tiene el McLaren negro, un Audi y el Ferrari. Me había parecido que eran cuatro.
—Tesla Roadster, ese es el que te falta. Solo necesito una camioneta detrás de mí. No le digas nada a James, tengo un presentimiento con él. Dile a Elías que prepare todo y que no diga dónde vamos, que amenace a los cuatro que irán con nosotros.
Ella asiente y toma su teléfono y se pierde.
Adoro la eficiencia de esa mujer. Creo que merece ser más que mi secretaria.
Paso el resto de la tarde hablando de terrenos que el gobernador quiere tener en su posesión utilizando mi empresa, entre otras cosas.
Al final no vuelvo a regresar a la empresa y me voy para mi pent-house. Me he dicho a mí mismo que deje de darle tantas vueltas al asunto, sé que ella volverá, solo necesita su espacio.
Repetiré esto muchas veces y sonaré estúpido, pero sigo leyendo el libro que me recomendó. No es como que esté entretenido, no tiene esas partes buenas, pero algo es algo. Apenas he avanzado diez capítulos.
En mi defensa, leo dos páginas y me aburro, o me da sueño.
Lo de leer no es lo mío.
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Isabella Collins
Me he estado diciendo a mi yo interno que me mintió y que no puedo perdonarlo de la noche a la mañana, pero mi mente no entiende.
A veces la odio, es muy complicada y un grano en el culo.
Usé su tarjeta, sí, pero luego me arrepentí y casi fui a devolver los libros, pero luego mi conciencia dijo que si me dio esa tarjeta fue para que la usara, así que dejé de pensar en eso.
Lucy se sacó un poco de onda, pero luego lo ignoró y no dijo nada. Ha estado conmigo apoyándome, pero sé que ella me quiere ver feliz. Y esa felicidad, según ella, es con Alek.
Ella tiene razón, he estado un poco triste. Pero me he refugiado en la lectura; después de todo, esos 150 libros no se leerán solos.
Hace tres días tuve una conversación con tita sobre lo de Alek, y ella me dijo que, si lo amaba, iba a perdonarlo, y si no lo hacía, pues era mi decisión.
Me he preguntado varias veces si de verdad lo amo o si solo es que me sentí amada y me gustó. ¿Lo amo? No tengo ni idea. Pero sí sé que me gusta ser un poco la debilidad del jefe de la mafia.
"¡Ves! Te lo he dicho un montón de veces, yo que tú ya lo hubiera perdonado."
Vete a dormir, conciencia.
"Aburrida."
No quiero tomar una decisión a la ligera. Sé que, si acepto todo esto, me condeno a una vida diferente, llena de peligros y todo ese tipo de cosas.
Tengo muy claro que, si acepto volver con Alek, mi cabeza puede ser un premio para muchos...
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Lazos Ilegales (+18) #1 (Nueva Edición)
Romance"No todos los mafiosos son viejos, feos y gordos. En este caso, Alek es el pecado andante. ¿Caerá Isabella en dicho infierno y se quemará en las llamas, o en todo caso, ellos crearán su propio infierno? Alek, líder de la mafia negra, es frío, sádico...