V: Pesadilla

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¡Esto debe de ser una broma!

Se había despertado en una sala cubierta por un manto transparente, abierta de par en par y con sólo una luz roja iluminándole el camino. La imagen no era para nada muy amigable ni alegre.

Ella estaba con Sebastian, intentando pasar al otro lado sin llegar a ser unos cadáveres mientras el médico hacía de señuelo. Lo último que verdaderamente llegaba a recordar...

Era a él. Su mirada y su acercamiento, su profunda voz...

Y después de haber alzado su mano, ser consumida por unos alambres y llegar a un lugar totalmente desconocido para ella.

Esto es imposible...¡no puede ser cierto! ¿Cómo cojones he llegado yo aquí? He dejado a Sebastian solo...

Eva se levantó y analizó con precaución su entorno un tanto mareada, procurando no hacer ruido por si las moscas. Estaba realmente confusa, ¿Él la había traído aquí? ¿Pero cómo?

Es imposible...

Mientras se incorporaba y se rozaba los pequeños rasguños que tenía, observaba aquella sala. ¿Dónde estaba? Parecía ser una sala de hospital si no fuese porque saliendo del círculo del manto transparente había una sala normal y corriente.

Pero lo que ella no sabía, lo que ella intuía a cada momento...Era que la estaban observando. Un ser extraño la estaba acechando mientras daba cada giramiento de espalda, cada rotación de cuello, cada mirada confusa y cada sacudida de cabeza.

La azabache se giró para salir de allí y lo atisbó. Aunque lo único que pudo lograr ver fue una sombra muy alta; con unas piernas largas y como un...Foco. En cuanto se dio cuenta de que la había visto, como si volase, salió corriendo fuera de su alcance y visión.

—¡Eh! ¿Hay alguien?—Gritó a la nada.

Salió a paso rápido para lograr ver lo que había, pero ya no había absolutamente nada. Aquella cosa se había esfumado demasiado rápido como para ver algo más. Ahora, lo único que había en aquella sala era ella y el sonido del ventilador meciéndose sobre su cabeza.

Al menos seguía teniendo la pistola y el grande cuchillo que le entregó su detective. Y, sobretodo, su querida hacha.

—Será mejor que salga de aquí...—Se aferró a ella, dirigiéndose hacia la derecha y mirando mejor lo que se hallaba allí con ella.

Cajas, camillas ensangrentadas, instrumentos quirúrgicos... En las paredes los mecanismos eléctricos para la luz, como no; Rotos. Lo único que la iluminaba eran los focos rojos, que se perdían de vez en cuando al pasar el ventilador de techo que cubría casi la sala entera. Varias mesitas, camas, los muebles blancos y parte de lo que había allí estaba desordenado, tirado por el suelo o incluso junto a las botellas de medicamentos vertidas por la superficie al caerse la estantería.

Cada paso que daba, cada mirada que ella producía, pensaba aún más en el por qué estaba todo eso así. O, en lo que le habría ocurrido a Seb o si se habría enterado de que ya no estaba a su lado.

Su mente se centró en algo gris y metálico en cuanto contempló una gran puerta de metal. No lo pensó mucho; decidida, se dirigió a la puerta y al posar su mano sobre ella, ésta se abrió lentamente sola. La puerta que parecía realmente pesada, realizó un ruido metálico oxidado, dando paso a un pasillo oscuro y lleno de polvo. Sin duda hacía tiempo que nadie había estado allí.

—¿Qué está pasando?

No había nada bueno, no pasaba nada bueno. Su juicio volaba y daba vueltas haciendo nudos en su cerebro, realmente tenía mil ideas y pensamientos de lo que podría estar ocurriendo.

The dark of your soul |The Evil Within|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora