XVIII: Contra las agujas del reloj

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Pov Eva

¿Algo mucho peor? ¿A qué se refiere? 

Es cierto que este sitio era una locura. Más bien, parecía que fuese sacado de una pesadilla, pero claramente indica otra cosa.

—Perdona, pero...—Le dije. Él empezó a caminar despacio y, tras girarse a mirarme atento a lo que iba a decir, seguí—¿A qué te refieres? 

La mueca que hizo fue molesta y de preocupación, pero no hacia mí, si no por lo que estaba pensando y lo que le estaba ocurriendo. 

—¿Tú no lo tienes?—Preguntó, afligido. Yo fruncí el ceño en señal de que no sabía a qué se refería—Un fuerte pitido en la cabeza, como si fuera un dolor bastante agudo—Él suspiró. Súbitamente se paró en seco, y al ver esto, provocó que Seb y yo lo imitáramos—. Es como si me pasara algo. No recuerdo las cosas, y a veces me encuentro en un sitio sin saber cómo he llegado ahí. 

Bueno, eso a mí también me ha pasado. Ruvik me manda de un lado para otro y encima hay veces en que abres una puerta y te encuentras en un lugar completamente diferente. Ahí no diferimos. 

—A veces también me ocurre—Le contesté. Él me observó con ojos finos—. Los lugares cambian y no puedes entender cómo es posible.

—No, no es eso—Negó con la cabeza—. Es diferente. No es que no entienda qué ocurre o cómo he llegado ahí...Si no que olvido completamente qué hice para llegar a un lugar. No recuerdo moverme, no recuerdo abrir ninguna puerta en especial...Es como si mi memoria se esfumara. 

¿Cómo? Entonces no se trata de eso. O sea, lo que me está diciendo es algo parecido al sonambulismo, si no me equivoco...¿Por qué le ocurrirá eso? A mí no me pasa, no tengo lagunas de nada y tampoco siento un dolor en la cabeza. 

Sólo...Sólo una sensación cuando Ruvik está cerca, pero no duele. 

—Entiendo lo que dices, Joseph—Comentó Seb—. También lo he llegado a sentir, aunque, de momento, no me ha pasado como a ti. 

—¿Como a ti?—Pregunté confundida. Aquí había algo que me estaba perdiendo. 

El moreno detective me miró y ralentizó su caminata. Su mirada era algo extraña, y la expresión del chico de gafas era todavía más preocupante. 

—Cuando...—Musitó el de cabello negro. Joseph cogió aire e intento repetirlo—. Cuando Sebastian me encontró, estaba conectado a una especie de máquina. No sé qué era. Sólo...Que tras salir de ella, me encontraba mal. A veces, la cabeza me da vueltas y es como si... no tuviera control sobre mí mismo.

—E intentó estrangularme—Expresó Seb, como si no fuera lo más grave del mundo. Lo miré con una ceja alzada y algo extrañada. ¿Qué lo intentó estrangular? él, al descifrar mi mirada, siguió hablando—Es lo que ha dicho él, Eva. Es como si no se tuviera control de uno mismo, y pasas a ser algo secundario. 

—¿Y eso cómo es posible que ocurra...?

—No lo sé—Me contestó mi detective—. Como todos pensamos, es éste lugar. Hace que nos volvamos locos, o al menos lo intenta. No siempre funciona—Él bufó y se acercó un poco a mí, poniéndome la mano en el hombro—. No sé cómo va, pero tranquila. Yo no te intentaré matar.

Asentí levemente, desconfiada.

—Es un alivio saberlo...—Recité, provocando que él me sonriera un poco con burla—Pero decís que vosotros dos lo habéis sentido, ¿no?—Joseph asintió, haciendo un movimiento para colocarse mejor las gafas—. Yo no lo he sentido jamás. 

The dark of your soul |The Evil Within|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora