XXVIIII: Madriguera

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Narra Eva


Con un suspiro traspasando de mi boca al aire, fui moviéndome con algo de parsimonia y debilidad. 

Mi cabeza dolía bastante, y no tenía ni la más remota de por qué. Tenía diversas teorías de que podía ser de tanto ir de un lado hacia otro sin ni siquiera prepararme antes, pero estaba segura de que no sería la última vez que pasaría.

Mas eso no me pararía en seguir. 

Con el ceño fruncido hice lo mismo de siempre, algo que parecía ya cotidiano en mí al divisar nuevos lugares; Analizarlo con detenimiento. 

Busqué con la mirada, observando que en el centro de todo, estaba todo centrado en un cuadrado con velas rodeándolo. No sabía lo que había dentro, pero por el pequeño escalón que había para subir a esa superficie, iría más que bien mirarlo. 

Me dirigí hacia allí y subí. Mis ojos se abrieron debidamente ante lo que se encontraron, mas no había sorpresa alguna. 

Era un cadáver. 

— ¿Y tú quién eres...?—Murmuré.

Con una confusión algo normalizada pero un interés desbordando, me giré a mis espaldas. 

Bufando y sintiéndome tonta, me agarré el pelo en una coleta alta al ver un enorme cuadro de un cura justo detrás de mí. 

Las velas que estaban justo a mis lados se movieron por una pequeña ráfaga de viento que asoló el lugar. El escalofrío que sentí era digno de las películas de miedo, mas lo ignoré y seguí fijándome en lo que tenía a mi alrededor. 

Los huesos y el cuadro del religioso, eran más importantes.

— ¿Esto es una conmemoración hacia ese hombre?— Maldije por lo bajo. Sin dejar de mirar esa pintura, bajé el escalón para dirigirme a tener una buena mejor vista de esa pintura— Mmm...Nunca me han gustado los curas.

Si hasta Ruvik habló mal de la supuesta iglesia y secta que había, no me fío ni un pelo de lo que pueda significar este lugar. 

¿Qué habrá aquí? 

Suspiré, girándome sobre mis espaldas. 

No es que el lugar esté en perfectas condiciones, para qué mentir. El polvo se puede ver a la perfección y la sensación es de agobio, pero...No hay nada roto, está todo, casi impecable, dentro de lo que cabe. 

Apreté la empuñadura de mi arma con desconfianza y me fijé en unos escalones que habían un poco más a lo lejos. Me dirigí hacia allí en seguida, ya que no había nada más que investigar por aquí. Los subí, poco a poco entre todo ese silencio lúgubre en el que sólo se escuchaban el eco de mis botas y la respiración fría que me salía por la humedad. 

Estaba todo demasiado oscuro, además. Aunque no me atrevía a encender la linterna por si había algo, las escasas velas que habían me eran suficientes. 

Porque sí, estaba silencioso y eso podría indicar que no había nadie, pero para mí...Lo estaba demasiado. 

Y no me gustaba. 

Me escondí en la pared, mucho antes de traspasar la puerta. Me asomé debidamente y analicé lo que me encontraría de frente. 

Había algo de niebla o vaho, no sabría explicarlo exactamente ya que en éstos lugares podría ver cualquier cosa. Sin embargo, mis ojos no veían nada, pero mis oídos eran diferentes. 

Tal y como me esperaba, los gruñidos me pusieron en estado de alerta.

No estaba sola, ni mucho menos. 

The dark of your soul |The Evil Within|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora