XXI: Mentiras blanquecinas

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Narra Eva

Miré a Seb al paso en que él venía hacia a nosotros, con un rostro desconcertado. Si fuese sincera, diría que en este instante tengo ganas de abrazarlo con fuerza.

Joder, ahora me siento fatal.

Pero...No hablaré del tema hasta que él decida hacerlo. Confío en él.

— ¿A qué esperáis?— Preguntó, dedicándonos a los dos su ceño fruncido— ¿Por qué os habéis quedado quietos?

Pero por más que preguntase, yo sólo podía pensar en una cosa en ese momento.

Tenía que haberlo pasado como el infiero.  Y tampoco sabía que se metió en la bebida para resguardarse de ello. Bueno, por suerte...después volvió a ponerse sobrio y lo superó. Medianamente, porque eso no se supera jamás.

Joder.

Debió de ser duro para él.

— ¿Eva?—Preguntó, frente a mí. Parpadeé varias veces, y él me sonrió como si hubiera estado despistada por mucho tiempo— ¿Te pasa algo? ¿Estás bien?

Negué con la cabeza, con parsimonia.

— No, no. Estoy bien— Respondí, suspirando y volviendo en mí— . No te preocupes, Seb. Sólo estaba pensando en algo— Dije, colocándome a su lado— . Creo que deberíamos de ir más despacio y en silencio, no me fío mucho de este lugar.

Él me miró algo desconfiado, pero al fin lo dejó correr y asintió.

— Sí...— Murmuró, dejando de mirarme. Posó su vista al frente— . Habría que hacerlo.

Suspiré y miré a Joseph, quien me sonrió con condescendencia y tranquilidad.

Cambié mi atención y me crují el cuello, lista para empezar a adentrarme al cementerio y defenderme de lo que hubiese allí dentro.

Tenía una vaga sensación...Pero con este lugar, nunca se sabía nada.

Pero lo que había aprendido era que siempre, tenía que hacerme caso cuando sentía algo así.

Vi por el rabillo del ojo cómo Seb abría la boca para volver a hablarme, entretanto sacaba su pistola de su chaleco. Pero no pudo, no llegó a hacerlo.

Un gritó se escuchó en toda la zona. Un alarido asustadizo y débil.

Uno de cierto albino.

Los tres nos miramos mutuamente, sorprendidos y desconcertados. Pero más que nada, yo estaba inquieta por haberlo escuchado gritar de tal manera.

— Leslie...— Murmuré.

Di unos cuantos pasos hacia adelante, acelerando mi caminata hasta lograr poder ver algo a lo lejos, junto a Sebastian a mi lado.

Pero no se veía nada. No lo veía a él.

— Esperad un momento— Habló el medio asiático. Los dos lo miramos— . Voy a subir a ver si veo qué hay más adelante.

— No— Negué, adelantándome a él. Apoyé mis manos y mis piernas en los barrotes y les hice un gesto— . Prefiero mirarlo yo, pásame el rifle.

Si estaba Leslie por ahí, quería verlo con mis propios ojos y asegurarme de que estaba sano y salvo.

— Eva, ¿Estás segura?— Inquirió el moreno. Yo asentí, y al momento el de gafas me pasó el arma, con cuidado.

— Vigila— Me dijo éste.

Colocándome el arma en la espalda por la cuerda que tenía, subí hacia arriba, al techo de un pequeño muro resguardado. Una vez allí de pie, volví a quitarme el rifle de detrás y me lo llevé al rostro, mirando por la mirilla.

The dark of your soul |The Evil Within|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora