XXVI: Hollow

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...


Muerte. 

Eso era lo que sentía en cada poro de su piel, en cada palabra que escuchaba y cada fragmento que se había quedado en su mente. 

Un sabor dulce y amargo como la muerte. 

La querían muerta, y ya no sólo se refería al hombre que enrollaba lentamente sus frías manos en su pálido cuello. Se refería a algo más. 

A alguien más. 

Eva cerró los ojos con fuerza y tragó en seco al sentir las manos del contrario en ella, acercando su rostro en él hasta sentir la helada bocanada de aire que dejó salir en el lado de su cuello. 

Su cuerpo entero sintió un escalofrío tremendo. 

— Entonces...— Susurró ella, todavía sintiendo el peligro detrás de su persona— ¿Qué pasa contigo?

Si había alguien más en busca de su cabeza, o con el deseo de arrancarla de la ecuación de sus planes...Ruvik, ¿Qué planeaba hacer?

¿Qué quería de ella? 

Porque también sentía a cada momento ese escalofrío, y ese siniestro sabor y tacto a oscuridad y muerte que él le propinaba. Era casi como algo magnético para ella. 

Era casi como si se hundiera en un abismo. 

Él sonrió de medio lado, débil, pero taimado. 

Notó cómo los dedos del misterioso hombre que nunca le decía nada directamente, se enrollaron todavía más en su garganta. Por puro instinto ladeó su cabeza ante su tacto. 

— Yo quiero muchas cosas que todavía no he llevado a cabo...Y las conseguiré de una forma u otra— Le susurró al oído.

La azabache entrecerró sus ojos con suspicacia, sin moverse. 

En silencio, la de ojos verdes se giró con su propia parsimonia a mirarlo fijamente a esos ojos tan fríos y claros que siempre parecían que le atravesaba el alma o la devoraban con sólo un repaso. La mano que les conectaba desapareció, dejándolos sólo mirándose a sus pupilas. 

Sin duda alguna cuando ella lo miraba, no podía evitar sentir que él tenía una fuerte aura de oscuridad que la envolvía en ella. Que trepaba desde su cuello y la sujetaba. Sentir que con esa mirada tan frívola, él era capaz de cosas espeluznantes. Mas, de alguna manera, siempre quería seguir indagando en él. 

— Y entonces dime...¿Tú también quieres matarme, Ruvik?— Preguntó, seria y sin ningún rodeo.

La mirada tan aguda que le dedicó hizo que ella hesitara en la respuesta, que creyera claramente todo lo que había vivido desde que entró en este mundo de locos y sangrientos recuerdos. 

Y la sonrisa ladina que vio después, provocó otro escalofrío en ella. 

Eva cogió aire, observando hacia su derecha por si encontraba alguna salida o algo que utilizar contra él; Pero le había dejado sin nada. No tenía ni su pistola, ni su hacha. 

Sus ojos volvieron a posarse en él cuando sintió la mano del pálido en su nuca, acercándose un paso hacia su persona al ver que ella retrocedió.

Pero se obligó a quedarse quieta, no moverse un ápice ni flaquear. Pero lo único que provocó, fue que él acortase todavía más su distancia. 

La de cabello largo apretó su puño al sentir su rostro cerca del de ella, hasta el punto de sentir sus afilados ojos atravesándola con magnitud, y su respiración chocando contra la suya. 

The dark of your soul |The Evil Within|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora