Capítulo XI: Coraje I

1K 199 58
                                    

Jiang Cheng se toma el tiempo para sacar y doblar la ropa que ya está seca, nota que toda es al menos dos tallas más de lo que debería, por supuesto hay una razón, pero esa razón ya no está, ¿Quién es? ¿Por qué sigue usándola? No importa, luego alza las mangas del que tiene puesto, las cicatrices de arañazos antiguos ya casi no se ven, pero alguien podría verlos, después de todo si hay una razón, aunque ahora es diferente.

-Necesitamos ir de compras – Huaisang irrumpe en su habitación y Jiang Cheng suspira cubriendo sus brazos. El tener a un molesto compañero ya debería ser una costumbre.

-Claro, porque tienes tanto dinero – Jiang Cheng ironiza.

El incidente, como le llamaron a esa noche, fue hace meses, Nie Huaisang no volvió a su casa y Jiang Cheng lo apoyó, de hecho, Jiang Fengmian ya había conseguido un apartamento para Jiang Cheng, así que se llevó consigo a Huaisang. A Huan trato de disuadirlos de que les daría una cuota o algo de manutención, Jiang Cheng la declino, después de todo ya que su padre se había empeñado en que estudiara algo que no le gustaba, lo menos que debía hacer era costear sus gastos y así lo hizo. Jiang Fengmian enviaba mensualmente el dinero para mercado y cosas varias, además de una tarjeta con un buen cupo, en eso estaba seguro que estaba involucrada su madre, también pagaban todos los servicios del apartamento, así que Huaisang realmente no necesitaba aportar.

-Oye, el tío Fengmian envió dinero para ropa, así que yo la escogeré – Huaisang se había relajado desde que iniciaron a vivir juntos y aunque había dos temas tabús o más bien dos nombres que no debían ser mencionados en el apartamento, siempre y cuando ninguno hablara de esos, la paz perduraría.

- ¿No es demasiada confianza? – Acusa y Huaisang se encoje de hombros.

- ¿No eres muy tosco? Además, debó comprar unas cosas para mi nueva escultura de final de semestre y también los pasajes para Qinghe, si, tal vez las compras puedan esperar – Huaisang asiente para sí mismo y Jiang Cheng refunfuña, una dinámica que es más o menos normal.

Pese a que la academia de bellas artes quedaba en otra ciudad, Qinghe, Nie Huaisang logro hacer el cambio para hacerlo a distancia, a causa de su talento la academia lo acepto siempre y cuando fuera a las exposiciones de proyectos.

-Claro ¿y de que será la escultura esta vez? – pregunta y Huaisang se encoge de hombros girándose.

-Realmente no lo sé – Dice y Jiang Cheng se toca las sienes prediciendo los posibles problemas.

-Por favor que no sean cosas toxicas, la otra vez los vecinos se quejaron – Regaña y ya para entonces están llegando a la sala.

- ¡Dios!, lo sé, Qin Su me ha estado persiguiendo acusándome que su césped falso ahora es radiactivo, solo es pintura y la mujer se exaspera como si fuera un Radio 6 que muto – Huaisang comenta con su dramatismo diario y Jiang Cheng pone los ojos en blanco.

-Como sea, se cuidadoso y ya que vas de compras, puedes traer panes, alguien se lo acabo – Jiang Cheng acusa y Huaisang se lamenta.

-En mi defensa valió la pena, era una hermosa y deliciosa escultura – Huaisang extiende una mano y se abanica con sus pestañas – Mi suggar daddy me podría dar su tarjeta dorada – Jiang Cheng hace un gesto de asco.

-No me llames así y por favor se prudente con los gastos, no supe cómo explicarle a mi madre para que compre tres kilos de brillantina – Huaisang promete que lo intentará con una sonrisa y se retira.

Jiang Cheng por su parte sale al balcón, a veces en días como esos que la tranquilidad fluye, Jiang Cheng no puede evitar tener un mal presagio, era como una nube gris que lo carcomía y lo desgastaba. Dicen que cuando estas acostumbrado a que las cosas salgan mal y ocurre algo bueno, se disocia y crees que no lo mereces, Jiang Cheng sentía eso, sintió eso todo lo que llevaba de primer semestre de su carrera y esa ansiedad le seguía repercutiendo, se abrazó a sí mismo y respiro lentamente, siempre fue una suerte tener la compañía de Huaisang, el problema radicaba cuando Huaisang se ausentaba y la soledad crecía, esas noches en que se sentía vacío y nunca lo suficiente para que alguien se quedará, ardía en su pecho de una forma asfixiante, una de esas noches corrió por el parque y halló una solución, aunque tal vez no era la mejor.

AlguienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora