Capitulo Nº34

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Nicole Russell

Doy tres toques a la puerta y escucho unos pasos hacia ella y para luego abrirse.

—¿Esta Christopher Vélez? —la chica de cabello rubio con morado me mira de pies a cabeza mientras mastica chicle.

—¿Quién lo busca?

—Una amiga. —ella entrecierra sus ojos y habla.

—No está.

—Dígale que es Nicole Russell.

—Acaso tiene problemas auditivos. —me dice. —salió de viaje hace un mes, él no está.

—¿A sí? ¿a dónde?

—No es de su incumbencia, buenas tardes. —ella me cierra la puerta por lo cual maldigo por dentro.

—Maldita bruja. —solté.

Es lunes por la mañana y me había saltados las dos primera horas para venir a buscarlo, fui primero a su casa, pero nadie me atendió por lo cual me supuse que estaría en su trabajo, pero creo que falle.

Halo la puerta y la voz de Christopher se escucha detrás de esta.

Él tiene extendía su mano y clava sus ojos en los míos.

—Hola. —me dice.

Observo al otro señor que me queda mirando.

—Hola, ¿puedo hablar? —Christopher se pone a un lado y deja pasar al otro señor.

—Espérame en mi oficina voy en un momento. —el señor asiente y se retira. —¿Que sucede?

—Se trata de tu padre. —le digo. —tu padre le está inculpando a mi padre de robarse un dinero que es obvio que él no lo tomo. —el no hace ni un gesto, tal vez ya lo sabía.

—Me había enterado de ese dinero hace unos días.

—Podrías hablar con tu padre para que deje de inculpar al mío. —Christopher suelta un suspiro.

—Trate. —me dice. —pero él cree que fue él.

—¡No! Mi padre puede ser el peor en algunas cosas, pero un ladrón nunca.

—Hablare de nuevo con él, y tratare de resolverlo.

—Pues espero que lo hagas. —amenazo.

—¡Espera! me estas culpando.

—No te culpo solo que, si no te hubiera conocido tal vez mi familia este mejor,

—Vaya que no me estas culpando. —dice irónico.

Lo miro arquear su ceja.

—Vamos Christopher, desde que llegaste a mi vida se vuelto un torbellino.

—Te equivocas tu vida ya era un desastre antes de mí, solo que tu eras una niña estúpida para entenderlo.

—¿Niña estúpida? —pregunte. —vete al carajo.

Salgo de ahí molesta y siento que alguien sujeta con fuerza mi brazo impidiendo que siga caminando.

—No entiendo, te tomas las molestias en venir hasta acá y solo es para hablar de tu padre y tratarme mal.

—Tu empezaste. —le digo.

El da un suspiro y suelta de mí su agarre.

—Quiero verte. —me dice. —déjame explicarte lo que paso aquel día que llegaste con Zabdiel.

—No debes explicarme nada, es tu vida ¿no? —me cruzo de brazos y él no retiraba su vista de mí.

—Es mi vida, pero tu dependes mucho de ella.

—¿Cuando?

—Hoy.

—Bien.

Me di media vuelta y caminé.

Tal vez hablar con el cambiaria mi humor.


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