Kamila Stuart
Mayo 2018
—papi, ¿podríamos ir a tomar helado?—pregunta Emilia luego de salir del hospital
Veníamos de su quimioterapia y todo estaba perfectamente bien en ella ahora mismo. Cada vez quedaban menos células cancerosas en su cuerpo.
—podríamos ir—dice Mattheo
Caminamos al auto de Mattheo. Mi barriga de hacia presente bajo la tela del vestido ajustado que traía puesto.
—mami, ¿podemos ir?—pregunta Emilia
—Claro. Si papi no tiene que trabajar podemos ir—respondo
—¿papi tienes que trabajar?—Emilia jala la puerta del auto
—no, tengo libre por ahora—responde Mattheo
—¿vamos por un helado?—le propongo
—vamos por un helado—me confirma
Emilia sonríe encantada y se sube al auto, le aseguro el cinturón de seguridad y me pongo en el asiento del copiloto. Mattheo sale del aparcamiento del hospital y conduce a una heladería. Su mano reposa en mi muslo mientras mantenía la vista en frente.
Al llegar a la heladería nos fuimos a pedir helados. Emilia de costumbre eligió una de chocolate mientras que yo elegí uno de Oreo y Mattheo uno de frutos del bosque. Esperamos nuestros helados y luego nos fuimos a una mesa para servirnos el helado.
—mami, ¿cuando nacerán los bebés?—pregunta Emilia
—bueno, tengo seis meses de embarazo así que debería de nacer en Agosto o Septiembre.
—¿cuanto falta para eso?—pregunta Emilia
—unos tres más o menos—le sonrio
—¿dormirán conmigo?—inquiere
—tendrán su propia habitación—le dice Mattheo
—¿seguiré durmiendo sólita?—sonríe
—si—asiento
Seguimos tomando el helado y al acabar caminamos hacía un parque cercano para que Emilia jugará por un rato. Ella fue a unirse a los demás niños y con Mattheo nos ubicamos en una banca cercana para vigilarla.
—¿estaremos siempre ahí en la residencia?—pregunto mientras acariciaba mi vientre abultado. Este era más grande que en el embarazo de Emilia
—¿por qué?—pregunta
—es algo grande—hago una mueca—. Digo, estamos solo nosotros y ustedes ni pasan en ella
—es lo único que tenemos por ahora—dice—. El edificio no es seguro.
—hay sistema de seguridad
—lo hay pero no falta quien sepa hackearlo
Asiento levemente y Mattheo toma mi barbilla obligándome a mirarlo fijamente, sus ojos azules me analizan.
—espera a que esto acabe y volveremos al edificio
—¿lo prometes?
—no soy de prometer cosas.
—prometelo—le ordenó
—prometo llevarte al edificio cuando todo acabe. Solo dame tiempo
—bueno
Miró a Emilia que corría con los demás niños del parque, sonrió de lado y miró mi vientre. En unos años más no seria solo Emilia quien jugará en el parque, si no también los gemelos. Mattheo toca mi barriga y siento un movimiento de los bebés dentro de mi.
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𝗬𝗼𝘂𝗿 𝗗𝗮𝘂𝗴𝗵𝘁𝗲𝗿
RomanceUna noche de fiesta podria acabar en una cama de un hombre desconocido Pero no era cualquier hombre El era uno de los mafiosos mas peligrosos de Los Angeles California, que ante la vista de la prensa era un importante "empresario" multimillonario ¿...